MARÍA JESÚS MOLINA HURTADO. "Es un lujo dar vida a la primera mujer que vio a Jesús resucitado"

Juana Pastor
Hablamos con María Jesús Molina, hija del poeta y dramaturgo ubetense Ramón Molina Navarrete y de Juana Hurtado. Se siente orgullosa de sus hermanos, José Ramón y Juan David, y, para ella, la Ciudad de los Cerros es sinónimo de infancia y juventud. En su haber cuenta con un brillante y amplio currículum. Sus primeros años estudió en el colegio La Milagrosa y en el Instituto Francisco de los Cobos. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Granada, en Periodismo por la Universidad Antonio de Nebrija de Madrid y doctoranda en Teoría de la Información en la Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. En la actualidad, compagina su trabajo de profesora de Lengua Castellana y Literatura en Córdoba con numerosos proyectos en los ámbitos nacional e internacional. Forma parte de importantes grupos de estudio y, durante casi 4 años, fue redactora del diario “El Mundo” en Madrid.

    27 feb 2011 / 10:58 H.

    Aunque María Jesús Molina fijó su residencia fuera de la provincia jienennse hace más de 11 años, siempre ha estado muy ligada a esta tierra y a sus tradiciones. Pertenece a la asociación socio-cultural Maranatha y al grupo de teatro Santa Cena de Jaén. En los meses de marzo y abril, interpretará el papel de María Magdalena en las obras Maranatha y Resurrexit.
    —Entre sus facetas también está la de actriz, ¿cuándo siente esta vocación?
    —Si digo la verdad, nunca he tenido vocación de actriz. No formo parte de Maranatha por vocación profesional, sino por compromiso cristiano. No aspiro a tener éxito individual sobre el escenario, solo a dar testimonio de fe, ayudar a los demás y hacer cultura.
    —¿Cómo nace la idea de esta obra?
    —Maranatha surge por iniciativa de dos ubetenses, Antonio Espadas Salido y Manuel Moreno Méndez. Ambos propusieron a Ramón Molina, mi padre, que escribiera una obra sobre la Pasión de Cristo. Cuando la terminó, se pensó en representarla. El éxito fue tan rotundo, que se creó una Asociación Socio-Cultural homónima, empezaron a asistir a sus funciones espectadores de toda España y los proyectos del grupo se multiplicaron.
    —¿Cuánto tiempo lleva representándose la Pasión de Cristo en Maranatha?
    —La obra se estrenó el 27 de marzo de 1982 en el Teatro Ideal Cinema de Úbeda. Después, pasó a escenificarse en el Teatro de la Sagrada Familia de la Ciudad de los Cerros, donde se representó ininterrumpidamente hasta celebrar los 25 años. Durante todo ese periodo, mi padre, el alma del grupo, aparte de dirigirla, interpretó el personaje de Jesús y mi madre, el otro pilar sin el que Maranatha difícilmente se habría mantenido en pie, el de María. Fue una época muy fructífera. En el último lustro, Maranatha ha sufrido algunos cambios. Mi padre, por motivos de salud, se vio obligado a dejar su personaje. Sin embargo, desde el año pasado, la representación de la obra se trasladó a Jaén, donde se reestrenó, gracias al empeño y al apoyo de Pepe Paulano y al esfuerzo de muchos de los cofrades de la Santa Cena de Jaén. Esta vez, con mi hermano mayor, José Ramón, como Jesús.
    —¿Quién asigna los personajes?
    —La elección de los personajes es responsabilidad del director del grupo y, actualmente, también presidente de la asociación, Ramón Molina. A lo largo de su historia, Maranatha nunca ha buscado actores profesionales, sino personas con ilusión, comprometidas y coherentes.
    —¿Desde cuándo interpreta el papel de María Magdalena?
    —Comencé a actuar en Maranatha a los dos años. El papel de María Magdalena fue un regalo que me llegó a los 18. Siempre tuve la enorme ilusión de interpretar a esta mujer relevante. Lo hice durante cuatro años, coincidiendo con mis estudios universitarios en Granada. Más tarde, por motivos de estudios, primero, y profesionales, después, tuve que dejarlo, hasta hace dos años que decidí subirme de nuevo al escenario para ser María Magdalena en el estreno de Resurrexit, otra obra de mi padre, y un año más tarde, en el reestreno aquí de Maranatha.
    —¿Considera un lujo espiritual este trabajo?
    —Si me lo permite, le diré que es algo más que un trabajo. Es, como usted dice, un lujo, ya que interpretar a la primera mujer que vio a Jesús resucitado me produce una emoción y una responsabilidad indescriptibles.
    —¿Qué le aporta el personaje de María Magdalena?
    —Mucho. Es un personaje que permite reencontrarme conmigo sobre las tablas y           creerme partícipe, durante más de tres horas, de hechos que transformaron el transcurso de la Historia. Desde mi punto de vista, María Magdalena fue una mujer capaz de cambiar sus actitudes, con carácter, perseverante y firme en su proceder de vida.
    —¿Es precisa la meditación para concentrarse y mostrar al público toda la crudeza de la Pasión de Jesús?
    —De entrada se precisa una alta dosis de fe. Representar la Pasión basándose en el puro teatro habría dado lugar hace años a su desaparición. La meditación es básica para ser conscientes, sobre todo, el personaje de Jesús, de lo que se va a mostrar al público.
    —¿Con qué tiempo cuentan para preparar la obra? ¿Cuántas horas de ensayo?
    —Depende de cuántos personajes nuevos se precisen. Algunos años hay que empezar en el mes de septiembre. Hay ensayos casi todas las noches, incluyendo sábados y domingos de las semanas más próximas a la primera representación. En este sentido, el esfuerzo que realizan todos los actores es impagable, al menos materialmente.
    —¿A beneficio de quién va la recaudación?
    —Siempre va a los más necesitados. El pasado año, a comedores sociales. Anualmente y gracias a la gran demanda en la solicitud de entradas, la cantidad que se aporta es considerable. Sin embargo, podría ser aún mucho mayor si aquellos que ostentan el poder público fueran un poco más desprendidos a la hora de cedernos el teatro y sus requisitos.
    —¿Es la generosidad de los actores lo que cuenta principalmente en este trabajo?
    —Sin duda. El ideal de Maranatha, desde su fundación, es formar un grupo de amigos, cristianos y entregados, que intenten hacer realidad en la vida aquello que representan en el escenario. Esto es insostenible sin la esplendidez, entrega, dedicación y esfuerzo de todos cuantos componemos el grupo.
    —¿Qué valoración del papel de María Magdalena como mujer del Evangelio hace en relación con la mujer de hoy?
    —María Magdalena podría decirle y enseñarle mucho a la mujer de hoy. Aunque aparece en los cuatro Evangelios, se sabe muy poco de ella. Pienso que fue una persona que supo estar por encima del sometimiento y desmerecimiento de la mujer de su tiempo. Tuvo que ser emprendedora, con coraje, capaz de luchar por sus ideas y valiente; un arquetipo del verdadero seguidor de Cristo.
    —¿Cómo ve la situación de la mujer en la Iglesia actual?
    —Jesús rompió con las prescripciones rabínicas de su época y liberó a la mujer. Las mujeres estuvieron siempre cerca de Él. Fueron sus seguidoras, estuvieron a los pies de su Cruz, las primeras en ir por la mañana al sepulcro. Creo que la mujer ha conseguido estar en los puestos más altos de la sociedad y, de igual modo, tendría que estar de una forma aún más activa en la Iglesia.