María Emilia Torres: “Fue una taberna de mineros”
Junto con su madre, es la dirige la taberna “La Viuda”, que se encuentra en manos de su familia desde que abrió sus puertas hace 116 años. Punto de encuentro para los trabajadores de la mina y de las diferentes empresas de la ciudad, por sus instalaciones han pasado también gran cantidad de toreros, cantaores o literatos, como Camilo José Cela.

—¿Cuándo abrió sus puertas la taberna “La Viuda”?
—Tiene 116 años, y siempre la gestión estuvo a cargo de la misma familia. Comenzaron mis bisabuelos, siguieron mis abuelos, mis padres y, al fallecer mi padre, continué el negocio junto con mi madre.
—¿Cómo fueron sus inicios?
—Siempre fue una taberna de mineros. Cuando terminaban de trabajar, se juntaban aquí en grupos, contaban sus dimes y diretes, tenían conversaciones buenas y malas de las minas, porque, aunque había pobreza, por entonces mucha, después de todo había trabajo. De hecho, Leonardo Valenzuela, que fue alcalde de Linares, se juntaba en la puerta, donde se ponían mesitas pequeñas y bancos de madera con sus ponches en lebrillos, participaba de las tertulias con ellos, porque era un hombre muy campechano.
—Son muchas también las personalidades que han pasado por la taberna, ¿no es así?
—Sí, desde el mundo del toro, por aquí han pasado Curro Vázquez, Enrique Ponce, Curro Díaz, Palomo Linares o Finito de Córdoba, entre otros muchos. También muy buenos cantaores, como “los Peretes”, Coronel, Gasparín o literatos, entre ellos Camilo José Cela. Según me contaron, perdió un tren cuando la Estación de Madrid se encontraba aún en funcionamiento, por lo que mientras hacía hora para el siguiente, vino a la taberna. Imagina el contraste de los mineros, con su ropa de trabajo, y este señor el porte que tenía. Y, aunque en un principio los trabajadores se sintieron un poco molestos, al final acabaron siendo amigos y tomando litros de vino. Al final, Cela perdió varios trenes. En uno de sus libros sobre viajes por Andalucía, quedó reflejada su parada en la taberna.
—En sus más de cien años la taberna ha superado varias crisis. ¿Alguna como esta?
—Ninguna. Yo he conocido esta casa siempre con mucho ambiente, porque teníamos los distintos turnos de Santana, de los Benitos, de la Constancia, de las fábricas de aluminio, los ferroviarios, lo escopeteros… Era abrir la puerta y estar llenos siempre. Animación y alegría porque había trabajo y cuando corre el dinero a todo el mundo le gusta la cervecita del mediodía o de la tarde. Ahora es el “no puedo”, “no tengo”… No he conocido peor crisis.
—¿Qué tipo de vecinos hacen parada ahora en “La viuda”?
—De todo. Muchos jovencitos, hijos de los que eran clientes de casa; otros que vienen hasta con nietos... Una clientela muy buena, porque la verdad es que desde hace años estamos dos mujeres al frente del negocio y siempre nos han tratado con mucho respeto. Sobre todo ahora, cuando llega la feria, son muchos los que llegan de fuera. Y, en ocasiones, te dicen: “Yo soy nieto de...”. O: “Venía por aquí y me ha dicho mi padre, mi tío o mi abuelo que no me vaya sin venir por la taberna”. Y eso da mucha alegría.