MARÍA DEL MAR ROSALES CHAMORRO. "Ayudar a alguien a traer un hijo al mundo es muy especial"
Olivia Aranda
María del Mar es una matrona ejemplar y los que han tenido la suerte de ser asistidos por ella lo saben. Terminó la especialidad en el año 96 y, desde entonces, ha visto nacer a cientos de niños, una experiencia emocionante e irrepetible.
María del Mar es una matrona ejemplar y los que han tenido la suerte de ser asistidos por ella lo saben. Terminó la especialidad en el año 96 y, desde entonces, ha visto nacer a cientos de niños, una experiencia emocionante e irrepetible.
—¿Lleva la cuenta de a cuántos niños ha ayudado a traer al mundo?
—No, me encantaría, a veces digo que lo haré alguna vez, pero el día a día al final se va pasando y no me da tiempo.
—¿Pueden ser cientos?
—Sí, puede ser, es un poco complicado saberlo. Se lo tengo que preguntar a mi supervisor, que me saque la cuenta de los niños que llevo aquí.
—¿Qué se siente?
—La verdad es que es un momento muy estresante, porque es un proceso que en la mayoría de los casos evoluciona bien, pero no siempre ocurre así y hasta que el niño no sale y lo ves llorar y adaptarse perfectamente a la vida extrauterina, pues a veces lo pasas un poco regular, pero es un momento súperemocionante, poder compartir con una persona o dos el momento del nacimiento de su hijo y ayudarles a hacerlo lo más bonito posible es algo tan especial. La verdad es que es una experiencia muy bonita.
—¿Se ha emocionado alguna vez?
—Sí, sobre todo cuando veo hacer partos. En el momento que lo estoy haciendo, estoy tan metida en que todo vaya bien y en intentar que no haya ningún problema que quizás no eres tan consciente del trabajo que realizas. Pero cuando te sales de ahí y estás viendo a alguna compañera hacer un parto es cuando realmente te das cuenta del momento tan bonito para la pareja, sus miradas y la complicidad entre los dos.
—¿Ha asistido en alguna ocasión partos de familiares o amigos?
—Sí, y la verdad es que se vive como una experiencia inmejorable, súperbonita y muy emocionante.
—¿Recuerda alguno especialmente?
—El de una amiga que era su tercera hija. Lo recuerdo como un parto muy bonito, era un embarazo muy buscado y deseado y lo rememoro con mucha emoción. Pero todos los partos por sí mismos tienen una emoción impresionante y cada uno es diferente, cada pareja, cada momento... y eso es lo que te hace que no vivas este trabajo como algo monótono, cada parto es algo irrepetible.
—Conozco a algunos padres que han sido atendidos por usted y todos le halagan, le gusta su trabajo, ¿verdad?
—Sí, me encanta, la verdad es que cuando estudié Enfermería, lo hice con la idea de ser matrona y de momento no estoy arrepentida, es un trabajo muy bonito y emotivo. Cada parto tiene algo diferente a otro y disfruto un montón cuando vengo a trabajar a pesar de que los partos son muy estresantes y terminan por agotarte, pero merece la pena.
—Me consta que si llega el cambio de turno usted no deja el trabajo a medias.
—Hombre no, la verdad es que todos los compañeros intentamos terminar el trabajo que estamos empezando a hacer. Como el proceso del parto dura tanto y tú ya has estado con esa mujer durante horas, pues dejarlo en el momento final no es bueno ni para ella ni para ti. Quieres ver el final de todo y vivirlo con ella.
—¿Qué hace para tranquilizar a las madres primerizas?
—Sobre todo ver un poco el grado de información que traen. Con una mujer que viene ya asesorada de todo lo que es el proceso, pues se hace bastante más fácil. Hay otras mujeres que necesitan más apoyo porque se sienten un poco perdidas en ese momento, entonces se les explican las formas de aliviar las molestias, que todo es un proceso normal y que va a terminar, que no es un proceso patológico y que van a tener la recompensa de tener a su hijo aquí. Explicándoles y dándoles información se lleva la cosa de forma totalmente diferente y la percepción del dolor varía mucho.
—¿Se puede controlar el dolor?
—La percepción del dolor es muy subjetiva pero se intenta tranquilizar a la madre y ofrecerle alternativas para aliviar el dolor.
—¿Las formas de dar a luz que hay en España son las mejores?
—Es un proceso de adaptación el que estamos viviendo en España. Poco a poco se está dando libertad para que la mujer pueda decidir, pero con una información adecuada y sin crear falsas expectativas. Yo creo que lo que estamos intentando en España, igual que en otros países, es que la mujer sea consciente de lo que puede aliviarle e intentar proporcionarle las mejores posturas para que sobrelleve el dolor lo mejor posible. Yo creo que todos los profesionales lo intentamos hacer así, ver qué es lo que la mujer quiere y explicarle también qué es lo mejor para ella. Eso se lleva haciendo muchísimo tiempo. Se intenta facilitar en todo momento lo que la madre quiera, siempre y cuando lo permita el momento, la sobrecarga asistencial y la situación de cada mujer.
—¿Y usted de qué es partidaria?
—Creo que no hay que ser tajantes, hay que adaptarse a lo que sea mejor para la mujer en cada momento, intentar respetar lo que te vaya pidiendo, teniendo en cuenta que muchas veces lo que se pide no se puede dar. Debemos dar la mayor comodidad y la seguridad tanto para la madre como para el niño. Hay que respetar su decisión viendo las circunstancias del parto.
—¿Tiene hijos?
—Tengo dos. Mi primer parto fue instrumental, con fórceps, y el segundo fue normal, no necesité ayuda. El recuerdo que tengo es bastante bonito. Yo quería probar a no ponerme analgesia epidural por ver si era capaz de soportar el dolor y, al final, se me puso porque no evolucionaba como debía y me fue estupendamente.
—¿El hecho de ser madre le ha ayudado en su trabajo?
—Yo no creo que haya que parir para ponerse en la situación de la parturienta, tiene que ser algo asumido por profesionalidad y tener claro que tu papel es intentar ayudar a la pareja, a que el niño nazca en las mejores condiciones y ya está. Eso es trasladable a los matrones hombres que nunca parirán y, sin embargo, su papel es estupendo.
—¿Qué le parecen los partos en casa?
—Creo que la medicina ha avanzado para dar cierta seguridad a la madre y al niño, pero ante cualquier tipo de complicación en una casa seguro que es más difícil solucionarla que en un hospital. Es verdad que parir en casa supone tener una serie de condiciones —como ambulancia en la puerta o cercanía al hospital— que te dan cierta seguridad, pero yo creo que hoy en día en el hospital se puede dar un ambiente bastante humano y cercano, se pueden dar condiciones muy buenas de calidez, cercanía, seguridad y confianza. La dinámica de los trabajadores es intentar implicar a la pareja en el parto lo máximo posible, que estén en un ambiente lo más agradable posible. Se invita a la pareja a que corte el cordón umbilical, de manera que sea para ellos una experiencia bonita.
—¿Quiénes se ponen más nerviosos?
—Ellos. Algún marido se ha mareado. Hay otros que no quieren pasar porque piensan que se van a marear, los convences para que vivan ese momento y luego te lo agradecen, porque ven lo bonito de ese momento. Creo que en lo posible, hay que intentar que la pareja esté siempre ahí.