MARÍA DEL CARMEN MONTES: “Con un caballo nunca se deja de aprender”
Juana valdivia ortiz
La equitación es un arte que permite una de las asociaciones más perfectas que existen entre hombre y animal. Pocos niegan la belleza del caballo. Algunos descubren la alegría que proporciona una buena monta, y los menos encuentran en ella una profesión vocacional.
La formación recibida de los maestros de los que ha elegido beber, se la transmite a sus fieles alumnos y la comparte con los compañeros de los que ha sabido rodearse. De nuevo, juventud y profesionalidad son las dos caras de una misma moneda.
—¿De dónde viene su afición por el mundo del caballo?
—De mi padre. Cinco de mis seis hermanos son aficionados. Todos hemos montado y cada uno de nosotros teníamos un caballo propio. Con el tiempo nos hemos dedicado profesionalmente a ello mi hermano Álvaro y yo. Mi padre me dio las primeras lecciones con las que aprendí de verdad.
—¿Cómo surgió la idea de dedicarse de manera profesional a la equitación?
—Mi padre y unos amigos tenían cuadras y caballos aquí, en La Cantera. Yo, por las tardes, cuando no estaba estudiando montaba algunos. A ellos les gustaba porque les solucionaba algunos problemas que tenían los animales y a mí me encantaba. Me empezaron a pagar y pensé en formarme para obtener una titulación en materia hípica. Se lo planteé a mis padres y me dijeron: “Si eso es lo que quieres, adelante”.
—¿Qué formación ha recibido?
—Cuando acabé Bachillerato, en 2002, me fui al CAVA., un centro de formación que tiene el reconocido jinete de Doma Clásica Víctor Álvarez, en Gerona. En el primer año fui ayudante de monitor. Allí te enseñan lo más básico, a trenzar, dar cuerda o empezar a dar clase. El segundo está ya más especializado en Doma Clásica y es obligatorio llevar un caballo. Por casualidad, mi hermano tenía uno muy bueno pero que no le servía para el toro: Universo. Lo probé y me gustó. Me dio muy buen resultado. Allí conocí a Desirée, que trabaja conmigo desde el comienzo. Es muy trabajadora y tiene unas ganas inmensas de aprender. Nunca para. Nos sacamos el título de técnico deportivo de nivel I y, ahora, voy a realizar el de nivel II, porque, cuanto más elevada sea tu titulación en un centro, te otorgan más estribos de categoría. Después del CAVA. estuve unos meses con Carlos Torrel y, en 2004, me instalé en La Cantera, el lugar originario donde mi padre tenía las cuadras. Ahora me estoy moviendo, no me quiero encasillar. Desde febrero del año pasado asisto a “clinic”, con Rafael Soto, que es jinete olímpico, una vez al mes, en su finca de Jerez de la Frontera (Cádiz). Es importante formarse porque con el caballo nunca se deja de aprender y eso es lo que me atrae.
—¿Cómo es un día en su trabajo?
—En el centro hípico “La Cantera” somos tres. Dilman, el mozo de cuadra que se dedica a la alimentación de los caballos y a mantener las instalaciones limpias, y Desirée y yo, que damos clase y hacemos doma. Trabajamos de lunes a sábado. Los sábados son exclusivamente para clases de grupo y, entre semana, monto caballos de clientes y los míos propios, que tengo tres. También imparto clases individuales. Al día, monto unos siete caballos. De los treinta y cinco que tenemos, la mitad está en pupilaje y el resto en doma. Preferimos tener sólo los caballos que podemos montar y no más. Así trabajamos perfectamente. Para mí es muy importante la seriedad y la formalidad en mi trabajo.
—¿Qué tipo de instalaciones hay en el centro hípico La Cantera?
—Tengo seis caballos de escuela. Unos son de clientes, otros míos y otros los que jubila mi hermano de torear. Son caballos que han sido muy buenos y que da pena vender. Los tengo yo de escuela porque están muy domados y sirven para enseñar a hacer un apoyo, pasar de galope a paso o realizar cambios de pie, entre otras cosas. Tengo alrededor de treinta y cinco cuadras, una pista cubierta, una pista exterior de 60 por 20 metros y una pista de dar cuerda.
—La formación del profesor es la base de la educación. ¿Cómo repercute en el aprendizaje y la continuidad del alumno?
—He visto en muchos centros que cualquiera se pone a dar clase e incluso por la edad es imposible que tengan formación. Te quedas sorprendida de la falta de profesionalidad. Cuando algunos de mis alumnos me plantean preguntas sobre doma, en numerosas ocasiones se quedan sorprendidos de obtener una respuesta argumentada y convincente de la explicación. Me comentan que cuando han estado en otros centros preguntaban a sus profesores y no obtenían ninguna respuesta o les cambiaban de tema. El profesor no sabía de lo que estaba enseñando. Es muy triste tener una tanda (grupo de clase) de unos siete caballos y ponerlos a dar vueltas. Es aburrido y poco didáctico. Los alumnos se aburren muchísimo. Por muy barato que sea, sólo durarán un par de meses. Cuando llegan al centro hípico La Cantera nos comentan, sorprendidos, a Desirée y a mí, que se puedan hacer determinados ejercidos y movimientos a caballo. Cosas muy básicas como poner un caballo redondo y sentirlo en las piernas. Básico pero difícil. Cuando lo experimentan te dicen muy emocionados: “Ahora sé lo que se siente”.
—¿Qué perfil tiene su alumnado?
—Tengo desde niños que vienen a hacer deporte como una actividad extraescolar, hasta jinetes que tengo que preparar para que entren en la Real Escuela de Arte Ecuestre de Jerez. También hay alumnos que quieren dedicarse a dar clases en algún centro o crear el suyo propio en sus pueblos y adultos que lo hacen por afición. Tengo alumnos desde que empecé en 2004 y que todavía vienen con “un montón” de ganas. Están siempre avanzando. Damos clase a partir de los ocho años. La mayoría de mis alumnos son de Jaén capital, pero también hay de Baeza, Navas de San Juan, Castellar, Mengíbar, Torredonjimeno y Andújar.
—¿Qué es para usted la Doma Clásica?
—La disciplina de la Doma Clásica es la perfección entre el binomio caballo-jinete. Con ella, se trata de conseguir sacar el máximo partido de cada caballo. Caballos que, en principio, dominan los tres aires —que son paso, trote y galope— de forma natural, a base del trabajo de doma, transforman sus movimientos de manera espectacular. Se lo crecen. La Doma Clásica aporta elegancia y suavidad en los movimientos. Es la perfección.
—En octubre del año pasado se celebró en la provincia de Jaén el Campeonato de España de Doma Clásica. Como amazona, ¿considera importante que Jaén forme parte del circuito habitual de la competición hípica?
—Sí, una competición a nivel nacional en Jaén beneficia mucho al sector ecuestre de la provincia. Poco a poco, se ve que existe un mayor interés por que haya más concursos de diversas disciplinas hípicas: enganche, raid, doma y salto, entre otras.
—¿Qué opinión tiene de las iniciativas de ferias temáticas como Equima en Jaén?
—Lo veo muy bien. Desde el primer año que comenzó hasta ahora, siempre está en progresión. Año tras año, mejora. Tiene una instalaciones muy buenas si se comparan con otras ferias ecuestres ya consagradas de la comunidad autónoma andaluza. Creo que si sigue como hasta ahora, vendrán más ganaderías importantes y se podrán hacer muchas cosas más. La situación geográfica de Jaén es buena con respecto a otras ciudades andaluzas y beneficia a Equima. En la provincia hay muchos ganaderos de caballos pura raza española que pueden asistir a la feria gracias a su proximidad. Es muy interesante la iniciativa porque supone publicidad y ofrece la posibilidad de establecer contactos y encontrar buenos productos.

La equitación es un arte que permite una de las asociaciones más perfectas que existen entre hombre y animal. Pocos niegan la belleza del caballo. Algunos descubren la alegría que proporciona una buena monta, y los menos encuentran en ella una profesión vocacional.
La formación recibida de los maestros de los que ha elegido beber, se la transmite a sus fieles alumnos y la comparte con los compañeros de los que ha sabido rodearse. De nuevo, juventud y profesionalidad son las dos caras de una misma moneda.
—¿De dónde viene su afición por el mundo del caballo?
—De mi padre. Cinco de mis seis hermanos son aficionados. Todos hemos montado y cada uno de nosotros teníamos un caballo propio. Con el tiempo nos hemos dedicado profesionalmente a ello mi hermano Álvaro y yo. Mi padre me dio las primeras lecciones con las que aprendí de verdad.
—¿Cómo surgió la idea de dedicarse de manera profesional a la equitación?
—Mi padre y unos amigos tenían cuadras y caballos aquí, en La Cantera. Yo, por las tardes, cuando no estaba estudiando montaba algunos. A ellos les gustaba porque les solucionaba algunos problemas que tenían los animales y a mí me encantaba. Me empezaron a pagar y pensé en formarme para obtener una titulación en materia hípica. Se lo planteé a mis padres y me dijeron: “Si eso es lo que quieres, adelante”.
—¿Qué formación ha recibido?
—Cuando acabé Bachillerato, en 2002, me fui al CAVA., un centro de formación que tiene el reconocido jinete de Doma Clásica Víctor Álvarez, en Gerona. En el primer año fui ayudante de monitor. Allí te enseñan lo más básico, a trenzar, dar cuerda o empezar a dar clase. El segundo está ya más especializado en Doma Clásica y es obligatorio llevar un caballo. Por casualidad, mi hermano tenía uno muy bueno pero que no le servía para el toro: Universo. Lo probé y me gustó. Me dio muy buen resultado. Allí conocí a Desirée, que trabaja conmigo desde el comienzo. Es muy trabajadora y tiene unas ganas inmensas de aprender. Nunca para. Nos sacamos el título de técnico deportivo de nivel I y, ahora, voy a realizar el de nivel II, porque, cuanto más elevada sea tu titulación en un centro, te otorgan más estribos de categoría. Después del CAVA. estuve unos meses con Carlos Torrel y, en 2004, me instalé en La Cantera, el lugar originario donde mi padre tenía las cuadras. Ahora me estoy moviendo, no me quiero encasillar. Desde febrero del año pasado asisto a “clinic”, con Rafael Soto, que es jinete olímpico, una vez al mes, en su finca de Jerez de la Frontera (Cádiz). Es importante formarse porque con el caballo nunca se deja de aprender y eso es lo que me atrae.
—¿Cómo es un día en su trabajo?
—En el centro hípico “La Cantera” somos tres. Dilman, el mozo de cuadra que se dedica a la alimentación de los caballos y a mantener las instalaciones limpias, y Desirée y yo, que damos clase y hacemos doma. Trabajamos de lunes a sábado. Los sábados son exclusivamente para clases de grupo y, entre semana, monto caballos de clientes y los míos propios, que tengo tres. También imparto clases individuales. Al día, monto unos siete caballos. De los treinta y cinco que tenemos, la mitad está en pupilaje y el resto en doma. Preferimos tener sólo los caballos que podemos montar y no más. Así trabajamos perfectamente. Para mí es muy importante la seriedad y la formalidad en mi trabajo.
—¿Qué tipo de instalaciones hay en el centro hípico La Cantera?
—Tengo seis caballos de escuela. Unos son de clientes, otros míos y otros los que jubila mi hermano de torear. Son caballos que han sido muy buenos y que da pena vender. Los tengo yo de escuela porque están muy domados y sirven para enseñar a hacer un apoyo, pasar de galope a paso o realizar cambios de pie, entre otras cosas. Tengo alrededor de treinta y cinco cuadras, una pista cubierta, una pista exterior de 60 por 20 metros y una pista de dar cuerda.
—La formación del profesor es la base de la educación. ¿Cómo repercute en el aprendizaje y la continuidad del alumno?
—He visto en muchos centros que cualquiera se pone a dar clase e incluso por la edad es imposible que tengan formación. Te quedas sorprendida de la falta de profesionalidad. Cuando algunos de mis alumnos me plantean preguntas sobre doma, en numerosas ocasiones se quedan sorprendidos de obtener una respuesta argumentada y convincente de la explicación. Me comentan que cuando han estado en otros centros preguntaban a sus profesores y no obtenían ninguna respuesta o les cambiaban de tema. El profesor no sabía de lo que estaba enseñando. Es muy triste tener una tanda (grupo de clase) de unos siete caballos y ponerlos a dar vueltas. Es aburrido y poco didáctico. Los alumnos se aburren muchísimo. Por muy barato que sea, sólo durarán un par de meses. Cuando llegan al centro hípico La Cantera nos comentan, sorprendidos, a Desirée y a mí, que se puedan hacer determinados ejercidos y movimientos a caballo. Cosas muy básicas como poner un caballo redondo y sentirlo en las piernas. Básico pero difícil. Cuando lo experimentan te dicen muy emocionados: “Ahora sé lo que se siente”.
—¿Qué perfil tiene su alumnado?
—Tengo desde niños que vienen a hacer deporte como una actividad extraescolar, hasta jinetes que tengo que preparar para que entren en la Real Escuela de Arte Ecuestre de Jerez. También hay alumnos que quieren dedicarse a dar clases en algún centro o crear el suyo propio en sus pueblos y adultos que lo hacen por afición. Tengo alumnos desde que empecé en 2004 y que todavía vienen con “un montón” de ganas. Están siempre avanzando. Damos clase a partir de los ocho años. La mayoría de mis alumnos son de Jaén capital, pero también hay de Baeza, Navas de San Juan, Castellar, Mengíbar, Torredonjimeno y Andújar.
—¿Qué es para usted la Doma Clásica?
—La disciplina de la Doma Clásica es la perfección entre el binomio caballo-jinete. Con ella, se trata de conseguir sacar el máximo partido de cada caballo. Caballos que, en principio, dominan los tres aires —que son paso, trote y galope— de forma natural, a base del trabajo de doma, transforman sus movimientos de manera espectacular. Se lo crecen. La Doma Clásica aporta elegancia y suavidad en los movimientos. Es la perfección.
—En octubre del año pasado se celebró en la provincia de Jaén el Campeonato de España de Doma Clásica. Como amazona, ¿considera importante que Jaén forme parte del circuito habitual de la competición hípica?
—Sí, una competición a nivel nacional en Jaén beneficia mucho al sector ecuestre de la provincia. Poco a poco, se ve que existe un mayor interés por que haya más concursos de diversas disciplinas hípicas: enganche, raid, doma y salto, entre otras.
—¿Qué opinión tiene de las iniciativas de ferias temáticas como Equima en Jaén?
—Lo veo muy bien. Desde el primer año que comenzó hasta ahora, siempre está en progresión. Año tras año, mejora. Tiene una instalaciones muy buenas si se comparan con otras ferias ecuestres ya consagradas de la comunidad autónoma andaluza. Creo que si sigue como hasta ahora, vendrán más ganaderías importantes y se podrán hacer muchas cosas más. La situación geográfica de Jaén es buena con respecto a otras ciudades andaluzas y beneficia a Equima. En la provincia hay muchos ganaderos de caballos pura raza española que pueden asistir a la feria gracias a su proximidad. Es muy interesante la iniciativa porque supone publicidad y ofrece la posibilidad de establecer contactos y encontrar buenos productos.