MARI CARMEN CASTILLO CORTÉS. "Ahora puedo decir que me siento realizada"
María José Ortega
Transmite tanta energía que podría hablar incluso sin abrir la boca. Sus ojos lo dicen todo. Por la gracia con la que observa su entorno, se reconoce que es una mujer inquieta y tan llena de ilusión que parece descubrir el mundo a cada segundo. Mari Carmen Castillo es conductora de autobús en la empresa Castillo, un apellido que nada tiene que ver con su trabajo, sino más bien con los caprichos del destino. Actualmente, a esta mujer “todoterreno” se la puede ver al volante del autobús de la línea 11, cumpliendo en cada trayecto uno de sus sueños.
Transmite tanta energía que podría hablar incluso sin abrir la boca. Sus ojos lo dicen todo. Por la gracia con la que observa su entorno, se reconoce que es una mujer inquieta y tan llena de ilusión que parece descubrir el mundo a cada segundo. Mari Carmen Castillo es conductora de autobús en la empresa Castillo, un apellido que nada tiene que ver con su trabajo, sino más bien con los caprichos del destino. Actualmente, a esta mujer “todoterreno” se la puede ver al volante del autobús de la línea 11, cumpliendo en cada trayecto uno de sus sueños.
—¿Por qué decidió Mari Carmen Castillo ponerse al volante de un autobús?
—Porque siempre me ha gustado conducir, aunque, al principio, creía que no iba a ser capaz. No me veía al volante, de hecho antes de entrar como conductora de autobús yo trabajaba de cocinera, pero no me gustaba, hasta que me cansé, decidí sacarme los carnés de conducir y dar el paso. Desde que los aprobé hasta que empecé a trabajar solo transcurrieron unos 6 meses más o menos. Fue una decisión que tomé de la noche a la mañana. Siempre he querido trabajar en algo así. En mi casa, me dijeron que estaba loca, se creían que no iba a ser capaz. Ahora, mis dos hijos están muy contentos y orgullosos de ver a su madre llevando un autobús.
—¿Has recibido algún trato distinto en tu profesión por el hecho de ser mujer?
—Por regla general, no. Solo algunas personas mayores cuando se suben al autobús y me ven al volante se muestran más reticentes. Pero no me lo tomo mal y en parte los entiendo porque ellos no están acostumbrados a ver a una mujer desempeñando este tipo de trabajo.
—Y los compañeros, ¿cómo reaccionan ante la presencia femenina en un empleo en el que aún predominan los hombres?
—La verdad es que me he sentido muy arropada por todos los compañeros, nunca han existido diferencias de ningún tipo, todo lo contrario. Tanto por parte del jefe como del resto de la plantilla siempre me he sentido muy cómoda en esta empresa. En Castillo somos unas trece mujeres y en total estamos más de 60 personas, pero en ningún momento nos hemos sentido aisladas. Yo estoy muy contenta con mi trabajo y espero seguir aquí por mucho tiempo.
—A pesar de todo, los hombres siguen “reinando” en este tipo de puestos. ¿Por qué cree que las mujeres aún no han conseguido la paridad en este terreno?
—Yo no sé cómo funcionarán las demás empresas. En esta, ese verdad que llevan muchísimos años trabajando hombres. Recuerdo que Pilar fue la primera mujer que entró en Castillo. Pero creo que el problema reside en que las mujeres no se han decidido totalmente a dar el paso. Estamos en igualdad de condiciones y todas deberían poder trabajar en lo que realmente les gusta, sea lo que sea, porque somos capaces de desempeñar cualquier trabajo. Creo que el impulso lo tenemos que dar nosotras y muchas veces no tomamos la decisión por miedo o por el qué dirán. Nos falta un empujón, porque mujeres valientes hay muchas, lo que ocurre es que a veces pensamos que la empresa o los mismos compañeros nos pueden rechazar, ya que también existen casos en los que todavía los hombres mantienen una mentalidad machista. Si en mi caso me hubiera encontrado con esta situación, que no es el caso, yo hubiera seguido adelante, porque me considero una mujer valiente. Por eso, a las mujeres que pudieran estar en esa circunstancia les diría que si ese trabajo es el que realmente quieren, que le demuestren a los compañeros que saben hacerlo igual o mejor que ellos.
—Si le dieran la oportunidad, ¿cambiaría de trabajo?
—No me veo trabajando en otro sitio porque no hay otra empleo en el que yo me pueda encontrar tan a gusto como ahora. He puesto todo mi interés y mucho esfuerzo para estar donde estoy. Lo que más me gusta es conducir y tengo la suerte de estar desempeñando este puesto.
—¿De dónde proviene esa “apetencia” por la conducción?
—No sé si mi afición a conducir viene de familia. A mi padre siempre le ha gustado conducir y a mi hermana también. Ella no trabaja en esto pero su marido tenía una empresa y también conducía camiones. La verdad es que siempre me ha gustado llevar vehículos grandes, pero no sé por qué.
—¿Cómo recuerda los primeros meses trabajando en Castillo?
—Los primeros meses fueron bastante complicados porque tienes que aprenderte todas las líneas y después, la dificultad añadida de circular en Jaén, pero el tema es que te guste, si te gusta lo superas, sino en cuanto surge una circunstancia complicada tiras la toalla. Una vez que te aprendes el recorrido de las líneas y coges el manejo del autobús es todo mucho más fácil.
—¿Qué cualidades cree que son necesarias en una persona que quiera optar a este puesto de trabajo?
—Para desempeñar este puesto solo hace falta ser una persona responsable, saber más o menos tratar con la gente y tener mucha paciencia. Pero lo fundamental es la responsabilidad porque, cada día, juegas con la vida de mucha gente.
—Después del esfuerzo invertido para llegar hasta aquí, ¿cómo se siente?
—Estoy muy orgullosa de estar donde estoy, ahora puedo decir que me siento realizada. Siempre había tenido ilusión de sacarme el carné, pero nunca encontraba el momento y no me veía capaz, sin embargo, sabía que no me sentiría realizada hasta que no tuviera el carné de conducir. Yo quería ser independiente, y ahora tengo todos los permisos. El del coche me costó sacármelo pero el del camión y el del autobús me los saqué a la primera. Siempre me han gustado los coches grandes. Mi ilusión era conducir uno y ahora estoy muy contenta e ilusionada con mi trabajo. Yo siempre le digo a mi hijo que no se sienta inferior a nadie, que si otra persona puede hacerlo, él también puede. Nunca hay que decir “yo no soy capaz”, todos somos capaces, solo es cuestión de ponerse.
—Como trabajadora de Castillo, ¿qué valoración le merece su empresa?
—En los tiempos que corren, Castillo está haciendo un gran esfuerzo por conservar el empleo de cada una de las personas que trabajamos en esta empresa. Para mí, eso es muy importante. Es una acción admirable y digna de valorar.
—Madre, esposa y mujer trabajadora, ¿cómo compatibiliza Mari Carmen Castillo la vida laboral con la familiar?
—Lo cierto es que no muy bien. Quizá lo peor sea precisamente conciliar esos dos ámbitos. Mis turnos y los de mi marido no son los mismos y nos vemos poco, pero es cuestión de organizarse y acostumbrarse. Aprovechar los fines de semana, las vacaciones y los pocos ratos en los que coincidimos.