MARI ÁNGELES JIMÉNEZ PALACIOS. "Hay una relación estrecha entre drogas y tiempo libre"

Alba Villén Rueda
Sencilla y humana. Cercana y reivindicativa. Así suele ser la gente que lucha por los colectivos más desfavorecidos y así es Mari Ángeles Jiménez, que asegura que siente debilidad por ellos. Al frente de la Asociación de Familias de Ayuda a Drogodependientes (AFAD), como psicóloga, se desvive porque los más jóvenes —y no tanto— no caigan en este mal, que afecta a la población. Ella pone, desde la provincia, su granito de arena por un mundo mejor.

    07 oct 2012 / 09:19 H.

    —¿Qué terapias utiliza con sus pacientes?
    —En AFAD tenemos un servicio de atención las 24 horas y, aparte, también ofrecemos asesoramiento online, es decir, si una familia tiene problemas con las drogas se pone en contacto con nosotros y a raíz de ahí le damos una cita que se acuerda según los intereses de los familiares y los nuestros. Nos intentamos adaptar lo máximo posible a ellos, de hecho si trabajan hasta tarde, hemos llegado a atender gente a las diez de la noche. Así facilitamos que las familias acudan y puedan utilizar este recurso. En la cita nos cuentan con detalle el problema —porque por teléfono es más complicado y solo se puede orientar— y baremamos si se tiene que derivar a otra entidad o empezamos a trabajar con ellos. Se les da sesiones una vez o dos por semana, en principio, para después ir aumentándolas. La terapia que nosotros utilizamos es la sistémica, que es aquella que trabaja con toda la familia. Esta es un conjunto donde cada persona influye en la otra, por ello, todos los cambios que se produzcan en el enfermo repercuten en la familia y viceversa. Es un sistema, por lo tanto, el cambio debe producirse no solo en la persona que tiene el problema de adicción, sino que, además ocurra en los de su alrededor. Si alguien hace el esfuerzo de salir del problema y la madre, por ejemplo, está todo el día diciendo “eres un drogadicto”, no facilitará que la persona deje el consumo, por ello, se trabaja la comunicación con la familia para que sea más fácil superarlo.
    —¿Cuáles son los principales objetivos de la asociación para drogodependientes?
    —Lo primordial es orientar y apoyar  psicológicamente a las personas que tienen problemas con las drogas. También realizamos tareas de prevención —como talleres en institutos sobre prevención de drogas, sexualidad y tabaquismo—. Además trabajamos con grupos de jóvenes que se reúnen periódicamente para realizar actividades de ocio. El fin de estas es que hay una relación muy estrecha entre consumo de droga y tiempo libre. En muchas ocasiones hay personas que no saben a qué dedicar su tiempo libre y lo más fácil es consumir alguna sustancia. Lo que nosotros pretendemos es que sepan hacer otras actividades que sean gratificantes a la vez que saludables. Asimismo hacemos campañas de sensibilización en general dirigidas a la población sobre este problema. Hoy día padecemos una crisis económica y esto hace que aumente el número de personas con problemas de drogas y alcohol, por ello es importante que estemos alerta porque en la actualidad gran parte de la población tiene una adición u otra. Se trata de no bajar la guardia, pues últimamente está la población más relajada.
    —¿Cuál es el perfil del consumidor?
    —Como norma general son jóvenes entre 20 y 35 años, generalmente varones. Un 70% son chicos que consumen alcohol, cannabis y cocaína, mayoritariamente.
    —¿Los casos que trata en su día a día tienen un final feliz, normalmente?
    —Hay personas que van a la asociación y se hace un seguimiento bastante largo —en el sentido en el que no falten a las sesiones—, están motivadas y, por lo tanto, consiguen dejar de consumir. Sin embargo, hay otras que acuden al principio, pero dejan de ir porque no siempre un servicio cumple las expectativas que uno quiere. Nosotros intentamos hacerlo de la mejor manera, pero quizás en otro lugar, como Proyecto Hombre o similares, le funciona mejor. Hay otras ocasiones que el objetivo es reducir el consumo, porque una persona no quiera dejarlo del todo o no esté preparada para ello.
    —¿Cómo trabajan la prevención?
    —Hacemos talleres en institutos, campañas de sensibilización, actividades de ocio con los jóvenes, charlas en Ampas, asociaciones de vecinos y en la Universidad. Además, impartimos cursos, talleres y jornadas sobre prevención de drogas y siempre tienen mucha aceptación, de hecho siempre se queda gente fuera. El público suele ser jóvenes que han vivido de alguna manera esa experiencia en algún familiar, o simplemente que le interesa el tema. La gente se muestra receptiva.
    —¿Qué actividades ofrecen como alternativa de ocio?
    —Este año de presupuesto andamos justos, pero otros años hemos hecho grafitis. Entre otras iniciativas, vamos a la piscina, fútbol, tocamos instrumentos, manualidades —hacemos bolsos, monederos y carteras—. El público al que va dirigido son los jóvenes que previenen el contacto con las drogas, se les pretende hacer ver que con otras actividades se pueden divertir, sin necesidad de consumir porros, por ejemplo.
    —¿Hay casos que le hayan frustrado?
    —Sí, en el sentido de que como las drogas afectan al cerebro —a los procesos mentales complejos: la atención, la memoria y la concentración— te das cuenta de cómo jóvenes con poca edad, ya les notas deterioro al hablar con ellos. Da pena porque no son conscientes de que, si siguen consumiendo, pueden desarrollar un trastorno psiquiátrico, y eso te llega, y te entristece.
    —¿Trabajan en coordinación con algún colectivo para un mayor rendimiento?
    —En ocasiones derivamos casos a Proyecto Hombre, al Centro Provincial de Drogodependencias (CPD), u otros colectivos, que trabajan otros aspectos. Por ejemplo, el Instituto Andaluz de la Mujer —en los casos en los que hay maltratos de por medio—. Trabajamos en red, porque si vemos que el problema es complementario con otra institución, lo derivamos a otra asociación.
    —¿Qué pautas básicas daría a las familias para la prevención?
    —Yo les diría que esto no se trabaja cuando el hijo cumple 14 años y se le prohíbe el consumo de drogas. La prevención se hace desde pequeño. Los niños tienen que tener muy claro qué es lo que pueden hacer y qué consecuencias tendrán si no lo hacen. Hay que establecer unas normas. Darles cariño y afecto y ofrecerles alternativas de ocio y tiempo libre saludables son pilares básicos.
    —¿Cuáles son los factores de riesgo?
    —Uno de ellos es la falta de cariño y aprobación familiar, por lo que lo buscan fuera. Otro es la autoestima —ya que los padres contribuyen a la formación de esta—, decirles eres un desastre o estúpido afecta negativamente. Conflictos entre padres, pérdidas familiares o el que los profesores se basen en la competitividad daña al pequeño. Además, el modelo de actuación de los padres influye en gran medida, pues si en su tiempo libre van al bar, por ejemplo, es algo de lo que los hijos tomarán nota.