Marear la perdiz
Expresión cinegética: Cuando se cazan las perdices, frecuentemente se las marea, azuzándolas con perros u ojeadores, de manera que parezca que se las va a atrapar. Esta técnica se usa para asustarlas, que levanten el vuelo y repetido una y otra vez para cansarlas, para así, con la fatiga de la perdiz, acortar el vuelo y finalmente abatirla.
Pero claro, esto es sólo cinegéticamente hablando. También se puede entender desde el aspecto culinario como darle vueltas en la cazuela hasta que estén tiernas y sabrosas. Otro ejemplo: Marear la perdiz consiste en hacer perder el tiempo intencionadamente en rodeos y dilaciones que retrasan y obstaculizan la resolución de un problema. En este último caso, ese tipo de comportamiento produce adición y hasta se contagia. Por ir al grano, diría que estamos asistiendo a este tipo de estrategia, que desde luego no enaltece a los que la prodigan. Andalucía no se merece este comportamiento tan pedestre, por un lado, y tan ladino por el otro. Que hayan entrado en el mapa político dos partidos más, con representación suficiente para pactar, debería de significar solamente que ahora hay más pluralismo político, y eso en definitiva es bueno. Significa que hay más puntos de vista, más programas.
Del resultado de las urnas se suponía que inmediatamente se pondrían manos a la obra para conciliar los intereses ciudadanos, en las comunidades, en las provincias, en los municipios. Pactar es simplemente llegar a acuerdos y a estos se llega dialogando. Dialogar no es estar todo el día en las televisiones acusando, sacando trapos sucios, haciendo trampas, dando ahora una de cal y otra de arena. No es de recibo que hayan pasado al día de hoy más de dos meses y medio desde las elecciones, y sigamos sin gobierno en Andalucía.
Nadie pierde si se posibilita que quién quiere y puede gobernar —como es el caso— lo haga con el apoyo o abstención de los que no consiguen una mayoría para hacerlo. Es algo que nos deben a los ciudadanos los nuevos y los viejos partidos. No vaya a ser que empecemos a ver que estamos en la política de siempre, o sea, pensando en las siguientes elecciones y no en la buena gobernanza de los territorios.
Pero claro, esto es sólo cinegéticamente hablando. También se puede entender desde el aspecto culinario como darle vueltas en la cazuela hasta que estén tiernas y sabrosas. Otro ejemplo: Marear la perdiz consiste en hacer perder el tiempo intencionadamente en rodeos y dilaciones que retrasan y obstaculizan la resolución de un problema. En este último caso, ese tipo de comportamiento produce adición y hasta se contagia. Por ir al grano, diría que estamos asistiendo a este tipo de estrategia, que desde luego no enaltece a los que la prodigan. Andalucía no se merece este comportamiento tan pedestre, por un lado, y tan ladino por el otro. Que hayan entrado en el mapa político dos partidos más, con representación suficiente para pactar, debería de significar solamente que ahora hay más pluralismo político, y eso en definitiva es bueno. Significa que hay más puntos de vista, más programas.
Del resultado de las urnas se suponía que inmediatamente se pondrían manos a la obra para conciliar los intereses ciudadanos, en las comunidades, en las provincias, en los municipios. Pactar es simplemente llegar a acuerdos y a estos se llega dialogando. Dialogar no es estar todo el día en las televisiones acusando, sacando trapos sucios, haciendo trampas, dando ahora una de cal y otra de arena. No es de recibo que hayan pasado al día de hoy más de dos meses y medio desde las elecciones, y sigamos sin gobierno en Andalucía.
Nadie pierde si se posibilita que quién quiere y puede gobernar —como es el caso— lo haga con el apoyo o abstención de los que no consiguen una mayoría para hacerlo. Es algo que nos deben a los ciudadanos los nuevos y los viejos partidos. No vaya a ser que empecemos a ver que estamos en la política de siempre, o sea, pensando en las siguientes elecciones y no en la buena gobernanza de los territorios.