Manuel Vílchez: “El pasodoble es muy español y amo a España”

Cuando se jubiló, enseguida comprendió que había tomado la decisión más errónea de su vida. Dejar la dirección de la Banda Municipal de Música de Jaén le produjo un vacío. Lo que algunos llamarían el síndrome del jubilado. De hecho, Manuel Vílchez Martínez se veía con ánimos y ganas de haber seguido unos años más. Al fin y al cabo, la Banda de Música de Jaén es su gran familia. Confiesa que no se pierde ninguno de sus conciertos, pues, siempre que puede, y hace por poder, asiste a ellos como espectador. Ahora dedica su tiempo libre, que es todo el tiempo del mundo, a su segunda pasión: componer música. Manuel Vílchez tiene registradas 170 composiciones musicales. Casi todas hechas para banda de música, pasodobles, marchas, marchas religiosas... Pero también tiene una zarzuela, “Mar de plata”, de temática jiennense, con libreto de José Villar Casanova “Vica”. Y, en estos días, de hecho lleva meses,  se encuentra enfrascado en una segunda zarzuela, “La niña de la Alameda”, también de “Vica”.

18 oct 2015 / 08:50 H.



—¿Qué legado recibió de las personas que le precedieron al frente de la Banda de Música de Jaén?  
—Todos merecen mi reconocimiento. Siempre me ha gustado rendir homenaje a los directores que han pasado anteriormente a mí. Siempre se coge de ellos muchas cosas muy importantes y hay que continuarlas y aportar cosas nuevas. Pero antes de todo, hay que reconocer el camino que ellos han andado.

—¿Es un reto para un compositor escribir una zarzuela?  
—Sí. Lo es. “Mar de plata” tardé en hacerla dos años. Es un reto, pero también es algo muy bonito. Se queda un recuerdo para siempre y en ella va plasmada toda la parte musical que yo sentía en ese momento.

—Si hay una música por antonomasia para las bandas esa es el pasodoble. ¿Qué tiene de especial?
—Yo al pasodoble le tengo mucho respeto. Es muy español y yo amo muchísimo a España. Tradicionalmente, es uno de los temas preferidos por las bandas de música.

—¿Qué dificultad puede entrañar componer un pasodoble? Se puede correr el riesgo de que se parezcan, de que uno recuerde a otro.   
—Pues sí; sí, sí. Hay que tener muchísimo cuidado con eso, porque puede haber algo que recuerde... Pero no hay ninguno parecido, ni creo que de ningún compositor. Son unas ideas que tenemos dentro del cerebro y la musa cuando nos inspira nos dice qué tenemos que escribir. Pueden coincidir unas cuantas corcheas... pero no, nunca se hace con intención.

—¿Cómo ve el nivel musical de Jaén?  
—El nivel es maravilloso. Yo estoy muy orgulloso de la Banda de Música Municipal de Jaén, porque ha tenido un pasado, un presente y se le presenta un futuro bastante bueno. Ahora la dirige una chica joven, muy bien preparada, Juany Martínez de la Hoz, que era compañera nuestra de la banda y lleva muchos años, desde que cumplió los 18. Recuerdo que para que entrara tuvimos que esperar unos cuantos meses para que cumpliera los 18 años. Es una muchacha que le tiene muchísimo cariño a la Banda Municipal de Jaén, se ha preparado muy bien, se ha hecho una gran directora, hace una gran labor  y tenemos el honor de tenerla.

—¿A qué se dedica usted ahora?
—A mis cosas. A hacer composiciones sobre temas que se me vienen a la memoria. Lo estoy escribiendo todo para ir haciendo algunas obritas. Soy de la convicción de que el cerebro y la mano derecha hay que tenerlos siempre activos. Esto de la creación de la música es muy bonito. Es parte de mi vida.  

—¿Cuál es su relación, ahora, con la Banda Municipal de Jaén?  
—Tengo muy buena relación. Estoy siempre en todos los conciertos. Me gusta muchísimo. Soy uno más de la familia y lo seré mientras viva.

—Usted nació en Granada. ¿Cómo llegó a Jaén?
—Tuve el privilegio de nacer en Granada. Tengo muy buenos recuerdos. Mi padre tenía un hotel allí y cuando yo era pequeño, con 6 o 7 años, me iba con los huéspedes y les explicaba todo lo que era Granada, porque yo la conocía muy bien. Cuando cumplí 9 años, mis padres traspasaron el hotel, se vinieron a Linares y pusieron una tintorería. Para mí fue una verdadera suerte porque ingresé en la Escuela de Música, con don Alfredo Martos, que era el director, y aprendí los primeros pasos. Tuve unos profesores muy buenos... Román me dio vida para aprender el violín. Después ingresé en la banda con clarinete. A los 16 años quería estudiar más. Mis padres tenían muchísima voluntad, pero no tenían medios para enviarme a Madrid, que era donde yo quería irme. Entonces tomé la decisión de irme al Ejército e ingresé voluntario en la Banda de Música de Ingenieros. Eso me permitió poder ir al Conservatorio de Madrid.  

—Ya tenía cubierta la manutención y un lugar donde dormir.   
—Sí. Además, al ser militar se me costeaban los estudios en el Conservatorio. Ese fue un acicate muy bueno para mí. Hice todo lo que quería hacer, violín, clarinete, composición, dirección. En la Banda de Música de Ingenieros se portaban siempre muy bien conmigo. No sé por lo que fue, pero les caí simpático y el director me dejaba mucho dirigir la Banda de Ingenieros y eso era un honor para mí. Cuando se iba a preparar una obra, el director me decía: “Manolito (siempre me llamaban así), anda, que vas a dirigir hoy”.

—¿Cuánto tiempo pasó en el Ejército, en Ingenieros?  
—Estuve hasta los 22 años. Hice oposiciones para la Banda de Linares como subdirector y como requinto.

—Fue una vuelta a casa.
—Sí. En Linares estaban mis padres, que seguían con el negocio. Aprobé las oposiciones, me vine de subdirector de la banda y seguí estudiando. Por cierto, me pasó un caso muy gracioso. Como era muy joven, el director que había, don Luis Aparicio, me dijo: “Manolito, tenemos un problema. Has aprobado las oposiciones para subdirector, pero como eres tan joven sería conveniente que el subdirector que hay ahora siguiera como subdirector hasta que tú tengas 24 o 25 años”. A mí me pareció estupendo, porque el que había de subdirector era compañero mío y tocábamos el violín juntos. Fue una etapa muy bonita y, efectivamente, cuando cumplí 25 años, pasé a ser subdirector. Entonces pertenecía yo al colegio de directores y me dieron la Banda de Música de Vilches y  allí estuve cinco años.

—Quizá era lo más conveniente lo de comenzar con una banda más modesta.
—Modesta no. Con la banda de Vilches se aprendía bien, porque los educandos enseñan mucho a los profesores. De Vilches me pasaron a Castellar y estuve tres años muy bonitos. Luego me pasaron al Patronato de Cultura de Bailén y estuve otros cinco años. Todos esto lo hacía compaginándolo con la subdirección de la Banda de Música de Linares.

—¿Cómo se las arreglaba si coincidían, el mismo día y hora, los conciertos de una u otra banda?  
—Siempre procuraba que no coincidiesen los conciertos. Pero si alguna vez coincidían, como yo tenía un subdirector en las bandas, siempre encontraba una gran ayuda.

—¿Cuándo llegó a Jaén?  
—Después de estar en Bailén me vine a Jaén. Fue en 1980. Ingresé como músico en la Banda Municipal de Jaén porque hubo unas oposiciones para músicos, me presenté y las aprobé. En 1983, Miguel Contreras, que era el director en aquel entonces, se jubiló y me propusieron que entrara como director.

—¿Tuvo que hacer nuevas oposiciones para ocupar la plaza?  
—No. Las oposiciones las hice después. Las aprobé y estuve de director de la banda de Jaén hasta octubre 1998. Me jubilé y no me tenía que haber jubilado, porque lo he lamentado muchísimo. Tenía 65 años y podía haber seguido hasta los 70. No sé por lo que fue, pero el caso es que me pesó después muchísimo. A la Banda Municipal de Música de Jaén le tengo muchísimo cariño. Era una familia y seguimos siéndola.