Manuel Osorio: "Hay que ilusionar más a la juventud"
Después de toda una vida dedicado a la docencia, como profesor y inspector, hoy recibe un homenaje por su jubilación. Destaca los valores que hay en la enseñanza y las virtudes que tienen los niños y jóvenes que estudian en los centros jiennenses
—Después de una vida dedicado a la enseñanza, ¿Qué se le viene a la cabeza cuando está a minutos de su jubilación?
—Conforme pasan los años, se te ocurren más cosas. Se me ha hecho muy corto el tiempo. Llega el momento de darle el repaso a la vida, sobre lo que he aprendido y lo que me ha quedado pendiente por aprender.
—¿Cuál es la mejor enseñanza que le ha dado la vida?
—Son varias cosas. Tengo claro que se ha de ser lo más humano posible, flexible, comprensivo y solidario con los demás. Cada día que pasa, me siento más cerca de lo humano cuando ves a tantas familias y criaturas que padecen.
—Usted ha sido profesor e inspector de Educación. Lleva toda la vida visitando nuestros centros de enseñanza. ¿Cómo son los niños jiennenses?
—A nuestra juventud, en términos generales, la veo un poco desanimada. Creo que necesitan una ilusión fuerte, pero eso nos corresponde a los mayores. Tenemos que inyectarle una dosis de optimismo, pese a que no es fácil. La sociedad se mueve por incentivos políticos, económicos o religiosos. La gente es capaz de moverse y trabajar en favor de unas ideas, pero veo a nuestros jóvenes un poco flojos. Nuestros jóvenes necesitan salida y que sean capaces de ver un mundo mejor, pero que lo perciban como real. Las personas son más sanas y más buenas de lo que imaginamos. Si los adultos diéramos un ejemplo más contundente, los niños y jóvenes serían mucho más felices.
—¿Qué le parece el sistema educativo con el que se forman los niños y jóvenes jiennenses?
—Llevamos unos años en los que el sistema cambia continuamente. Yo no lo considero bueno. Para mí resulta más positiva la evolución para conseguir metas superiores, pero en la educación no se puede variar continuamente. Tenemos que dinamizar y cambiar, pero antes evaluar los resultados. Se han de modificar cosas, pero dentro de un sistema que no se puede evaluar tan rápido. Han sido demasiadas leyes orgánicas. Hace falta pisar más firme y sobre eso edificar mucho más, aunque se cambien cosas. Sin olvidar, que hace poco había mucho analfabetismo y pocas opciones para las personas de estudiar.
—¿Puede un niño de un colegio cualquier de esta provincia enseñar a un inspector educativo?
—A mí los niños me han enseñado mucho. He visitado escuelas, conservatorios, escuelas de idiomas, institutos y centros de formación profesional. Hago un repaso y la mejor enseñanza es la humildad, que llega de los alumnos y de los profesores. La panacea de la verdad no la tiene nadie. Pero con afecto, diálogo y cariño logramos muy buenos resultados.
—¿Qué le parece la evolución tecnológica dentro de los sistemas educativos?
—El mundo cambia a pasos agigantados. El tipo de educación que yo recibí no tiene nada que ver con lo que ocurre hoy. Los chavales manejan las tecnologías de una forma maravillosa, lo que ha hecho que cambie la forma de enseñar de los profesores. Antes se memorizaba más, algo que es un error. La memoria solo es una facultad de la inteligencia. Hoy se memoriza menos, pero tecnológicamente se avanza más. La enseñanza ha cambiado mucho y lo hará mucho más.
—A mi familia y a mis amigos. Leeré mucho más. Tengo a mi mujer, a mis hijos y a mis nietecillos. La vida me lo ha dado todo. No me apartaré de mis profesores y amigos. Sería muy duro.
—Conforme pasan los años, se te ocurren más cosas. Se me ha hecho muy corto el tiempo. Llega el momento de darle el repaso a la vida, sobre lo que he aprendido y lo que me ha quedado pendiente por aprender.
—Son varias cosas. Tengo claro que se ha de ser lo más humano posible, flexible, comprensivo y solidario con los demás. Cada día que pasa, me siento más cerca de lo humano cuando ves a tantas familias y criaturas que padecen.
—A nuestra juventud, en términos generales, la veo un poco desanimada. Creo que necesitan una ilusión fuerte, pero eso nos corresponde a los mayores. Tenemos que inyectarle una dosis de optimismo, pese a que no es fácil. La sociedad se mueve por incentivos políticos, económicos o religiosos. La gente es capaz de moverse y trabajar en favor de unas ideas, pero veo a nuestros jóvenes un poco flojos. Nuestros jóvenes necesitan salida y que sean capaces de ver un mundo mejor, pero que lo perciban como real. Las personas son más sanas y más buenas de lo que imaginamos. Si los adultos diéramos un ejemplo más contundente, los niños y jóvenes serían mucho más felices.
—Llevamos unos años en los que el sistema cambia continuamente. Yo no lo considero bueno. Para mí resulta más positiva la evolución para conseguir metas superiores, pero en la educación no se puede variar continuamente. Tenemos que dinamizar y cambiar, pero antes evaluar los resultados. Se han de modificar cosas, pero dentro de un sistema que no se puede evaluar tan rápido. Han sido demasiadas leyes orgánicas. Hace falta pisar más firme y sobre eso edificar mucho más, aunque se cambien cosas. Sin olvidar, que hace poco había mucho analfabetismo y pocas opciones para las personas de estudiar.
—A mí los niños me han enseñado mucho. He visitado escuelas, conservatorios, escuelas de idiomas, institutos y centros de formación profesional. Hago un repaso y la mejor enseñanza es la humildad, que llega de los alumnos y de los profesores. La panacea de la verdad no la tiene nadie. Pero con afecto, diálogo y cariño logramos muy buenos resultados.
—El mundo cambia a pasos agigantados. El tipo de educación que yo recibí no tiene nada que ver con lo que ocurre hoy. Los chavales manejan las tecnologías de una forma maravillosa, lo que ha hecho que cambie la forma de enseñar de los profesores. Antes se memorizaba más, algo que es un error. La memoria solo es una facultad de la inteligencia. Hoy se memoriza menos, pero tecnológicamente se avanza más. La enseñanza ha cambiado mucho y lo hará mucho más.
—A mi familia y a mis amigos. Leeré mucho más. Tengo a mi mujer, a mis hijos y a mis nietecillos. La vida me lo ha dado todo. No me apartaré de mis profesores y amigos. Sería muy duro.
