Manos infantiles que defienden la tradición

Esperanza Calzado /Jaén
El sector olivarero jiennense puede estar bien tranquilo porque tienen el futuro asegurado. Las nuevas generaciones vienen pisando fuerte y están más que dispuestas a luchar por el fruto de los jiennenses: el aceite de oliva. Así lo demostraron los cerca de ochenta alumnos del colegio Martín Noguera, de la capital, que no se lo pensaron dos veces y se pusieron manos a la obra para vivir su particular jornada olivarera.

    10 feb 2012 / 18:21 H.

     Lo más significativo es que apenas tenían entre tres y cinco años y, aún así, poseían muchos conocimientos del proceso de elaboración.
    El día —el pasado martes— comenzó a las nueve y cuarto de la mañana, cuando dos autobuses se disponían a recoger a los jornaleros. Las madres se afanaban en abrigarlos y alguna que otra tenía dudas sobre el éxito de la excursión. De hecho, un coche escoba, medio camuflado, acompañó, desde lo lejos, a los pequeños en su excursión. Estaban nerviosos, sobre todo, por romper con la rutina escolar de todos los días. Acudieron una clase de estudiantes de tres años, dos de cuatro años y una de cinco.
    Además, estaban deseosos de empezar porque su salida se suspendió una semana antes. Como a los buenos olivareros, la climatología les jugó una mala pasada. Tenían previsto acudir el jueves 2 de febrero, pero el destino les jugó una mala pasada. Ese día comenzó el temporal de frío derivado de la primera ola de frío siberiano y, precisamente, nevó en gran parte de la provincia, incluso en la capital. Los profesores decidieron que, a pesar de que podían ir a la almazara, era mejor posponer la vivencia, por un lado para garantizar la seguridad de los pequeños, y, por otro, para que la pudieran disfrutar en su totalidad: desde el tajo hasta la cooperativa y la merienda.
    Con algún que otro susto, por la dificultad a la que se enfrentó uno de los autobuses para acceder al tajo, los ochenta niños llegaron al tajo de Los Villares. Nada más adentrarse en el campo escucharon el característico sonido de las sopladoras, que reconocieron inmediatamente. En cuanto estuvieron con los olivareros, se sumergieron de lleno en su papel. No dudaron en coger palos y varear, a su particular manera, en coger la sopladora e, incluso, recoger el fruto del suelo. El intenso trabajo dio su recompensa y los escolares marcharon hasta la Sociedad Cooperativa Sierra de la Pandera con un saco cargado con dos kilos de aceituna, listos para convertirse en un excelente aceite de oliva infantil.
    Siguieron todos los pasos, sin saltarse ni uno. Así, con el saco en la mano y siempre controlando los peligros que se puedan ocasionar, volcaron su fruto de la tierra en la tolva. De ahí, con la ayuda de uno de los responsables de la cooperativa, vieron como se hacía el lavado de la aceituna. Sin duda, las cintas transportadoras despertaron mucho interés, pero no más del que provocó en los olivareros que, por un día, se vieron trabajando codo con codo con niños de apenas tres años. A partir de ese momento, los alumnos se enfrentaron a uno de los momentos más divertidos: Ver cómo sale el aceite. Les enseñaron la masa previa y uno a uno se subió en una escalera —porque no alcanzaban a ver el orificio de la máquina— para poder comprobar, de primera mano, a dónde fueron a parar sus aceitunas. Y estaba avanzada la mañana, por lo que tenían mucha hambre así que, sin más dilación, los pequeños alumnos y jornaleros llegaron al final de la cadena, al consumo del aceite.
    Dos mesas, un sinfín de bollos y muchos zumos les aguardaban listos para saciar su apetito. Tenían claro lo que querían, pan con aceite, y no dudaron ni un segundo en prepararse ellos mismos la merienda. De esta manera, concluyó una jornada altamente gratificante y, principalmente, muy enriquecedora.
    Pero, ¿cuáles son los objetivos finales de esta actividad? Son varios. A nadie se le escapa que el aceite de oliva es un ingrediente fundamental de la Dieta Mediterránea, muy saludable y recomendado por expertos y organismos para seguir una alimentación equilibrada. Por eso, prácticamente todos los centros de la provincia hacen, tarde o temprano, actividades vinculadas  a este producto como, por ejemplo, los desayunos saludables. De esta manera, los escolares del Martín Noguera aprendieron, de primera mano, la excelencia del “oro líquido” y la pureza en todo el proceso de extracción.
    Por otro lado, los pequeños se fueron a casa con otra importante lección aprendida. Lo vital que es para Jaén el olivar y el duro trabajo al que miles de jornaleros se enfrentan, año tras año, para conseguir que la provincia sea referente mundial en este alimento. Algunos ya lo sabían porque cuando se les sugirió que con el aceite se podía preparar crema de cacao, uno de los pequeños aseguró que prefería comerlo con pan y jamón, una afirmación que despertó la sonrisa de los mayores.
    Además, salidas como estas, son una oportunidad para establecer lazos de comunicación entre los propios alumnos, reforzar la convivencia e ilustrarlos sobre cómo es la “vida de los mayores”, en este caso, de los olivareros. Pero, sin duda, con lo que estos pequeños valientes se quedaron fue con una más que divertida experiencia. Seguro que cuando llegaron a casa explicaron a sus padres la experiencia.