19 jun 2014 / 22:00 H.
Suena el teléfono y se me informa de que ha llegado el momento de dar mi opinión. Lo tengo en bandeja. El Rey firma en el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid, su abdicación de la Corona de España. A pesar de recoger el hecho, evidentemente en un primer plano, mi pantalla tiene color gris, gris perla, el color con que va vestida la Reina. Discreta en el color, en la sonrisa, pero siempre perfecta en el saber estar, en el conocimiento de cuál es su lugar. Un paso por detrás según indica el protocolo cuando acompaña a Don Juan Carlos, pero siempre un paso por delante en el cumplimiento de su deber. Dicen que hay momentos en la vida en los que te ves protagonizando tu propia película. Estoy segura de que ella vería con inmenso orgullo, la de su hijo, y se alegraría de no haber tirado la toalla cuando pensó hacerlo en más de una ocasión. Todos podemos informarnos de su biografía, pero hay recuerdos que no aparecen en los medios y que la definen perfectamente. En una ocasión, cogió las maletas y harta de aguantar intentó abandonar sus deberes como princesa. Fue su madre, la reina Federica, la que le recordó su prioridad: era ante todo la madre del futuro Rey y su obligación estaba por encima de todo. Lo mismo le aconsejó el Conde de Barcelona, en el que encontró un magnífico apoyo cuando las circunstancias en su vida privada eran casi insoportables. Y así, después de haber sido una desconocida durante más de veinte años, se ha convertido en una magnífica embajadora de España en el mundo. Su sentido de la responsabilidad y su tesón son admirables. Se interesa por todos y trata de comprender a quien se acerca a ella en busca de ayuda. Es amante de los niños y se vuelca especialmente en ellos. En su juventud estudió puericultura por este motivo. Y no hay un lugar que vaya a visitar sobre el que no se haya informado perfectamente. También tenemos una reina culta. Larga vida a quien tiene el mérito de educar a un hijo para ser Rey. Larga vida a nuestra Reina Sofía por ser un ejemplo como madre.