Mafias y genoma

Manuel Montilla Molina desde Porcuna. Es un ejercicio fascinante coger cualquier periódico biempensante y progresista y analizar su despliegue de espejos deformantes a la hora de distraernos de la realidad que nos rodea. Estoy pensando en algún diario famoso de Madrid. Viene esto al caso del problema de los inmigrantes ilegales que se la juegan a diario sobre frágiles embarcaciones, para alcanzar la posibilidad de ser explotados en esta Europa tan solidaria, y que suelen acabar como pasto de los peces o de la Guardia Civil. Un caso tan sangrante requiere alguna explicación para que los ciudadanos de bien no se inquieten.

    14 sep 2012 / 16:02 H.

    Hace falta un chivo expiatorio. Un funcionario, en algún ignoto gabinete de prensa, se come el coco un rato entre el café de las nueve y el de las doce y, finalmente, tiene una idea luminosa: las mafias son las mafias. Malvadas mafias que embarcan en precarios y peligrosos viajes a negritos engañados, carne de Domund. La implantación social de tal verdad culmina cuando mi vecina, una mujer inteligente y creyente en la democracia, afirma en la mesa camilla que hay que erradicar las mafias de la inmigración, porque no se puede tolerar tanto abogado en El Estrecho. No faltará, para completar el espectáculo, un mohicano que clame en medio del desierto: “No habría mafias si no hubierais levantado un telón de acero para los pobres, si no alimentarais la desigualdad cada día, si cualquier persona pudiera caminar sobre la tierra, maditos”. Pero ese mohicano está acorralado por verdades que se sentaron hace mucho tiempo: es un utópico, un ingenuo. Está derrotado de antemano, su derrota se consumó hace años, un abismo lo separa de la gente como mi vecina, que jamás le prestará oídos porque no tiene la credibilidad de un periódico serio. Otro día abro el periódico y me entero de algo así como que se ha descodificado el ADN humano, o algo así. El titular de portada, literalmente es: “La lectura del genoma humano abre una nueva era en la lucha contra las enfermedades”. Siguen varias páginas más de información sobre todas las enfermedades de las que nos vamos a librar gracias a este avance científico, sobre lo mucho que se va a prolongar la vida. Yo no necesito que me digan que solo los ricos van a poder librarse de cien mil enfermedades gracias al genoma de las narices, ni que de algún ignoto gabinete de prensa ha partido la consigna de que esta era la forma de enfocar la noticia. Veo los fantasmas del fascismo, de las tendencias totalitarias reforzadas por el milagro genético, de la eugenesia, de la exclusión, del control total, de los marines transgénicos invencibles para siempre, de las armas biológicas de exterminio, de la vida patentada y cancelada cuando deje de ser rentable. No veo el más mínimo resquicio para el optimismo, ninguna línea de fuga que conduzca a un mundo y una vida en condiciones.