Madrid como paradigma

Hay veces en que un lugar, una persona, un equipo o un acontecimiento se convierten en motivo de orgullo, en ejemplo, en símbolo de un espíritu colectivo, de un objetivo generacional. Ocurrió con la Barcelona Olímpica, con la Expo del 92, también con “la roja” o con el Sistema Nacional de Trasplantes. Podría seguir enumerando:

    13 nov 2013 / 18:24 H.

    Donostia como ciudad, el casi extinto Estado de bienestar, etcétera. De Madrid se acuñó aquello de que de allí al cielo, bueno, eso sería entonces porque ahora Madrid es, para desgracia de todos y sobre todo de los madrileños, el paradigma de lo indeseable, una especie de calvario cotidiano. Madrid, que fuera ciudad acogedora cosmopolita y risueña, se ha tornado en un esperpento de sí misma, taciturna, sucia, descuidada. Pese a sus innumerables encantos, los turistas la rehuyen como destino, sus moradores acusan el desmantelamiento de sus servicios, sus calles y sus parques delatan la falta de mimo y de atención de sus regidores. En mi última visita no di crédito al deterioro y la suciedad de lugares tan emblemáticos como la Plaza Mayor y sus aledaños, la Gran Vía e, incluso, parte del Paseo del Prado. Madrid que además es, por su carácter capitalino, epicentro de todas las quejas, de todas las manifestaciones, de todos los descontentos, es hoy la metáfora de la descomposición, de la degradación, de la pérdida de todo lo que nos era querido. Madrid avanzadilla de todas las privatizaciones. Madrid, en fin, convertida hoy en vertedero.

    Empresario
    Paco Zamora