Madres machistas

¿Qué es lo normal? ¿Cómo puede ser normal vivir así? La frase resume a la perfección la secular ceguera de la mujer, víctima de un sistema social machista donde los haya, que se ha mantenido desde la época de las cavernas por más que se empeñen en vendernos los avances. Y que ha sido ella misma, desde sus pechos, la que se ha encargado de sostener. Pese a quien pese. Detrás de un maltratador hay a menudo una madre más machista que el propio hijo. Aunque la vileza y la cobardía se alimentan de muy diversas formas, es imprescindible esa semilla que se inocula desde la cuna. Como también es determinante en estos dramas la hipócrita complicidad social que envuelve cada uno de los crímenes. Cuando está en juego la vida de una persona no hay asunto doméstico ni privacidad que valga. Hay que actuar, si no, tan culpable es quien mata como el que no lo advierte a tiempo. Quizá debería fomentarse, no tanto la denuncia de la propia víctima, sino la de allegados o familiares, aunque fuese de forma anónima. Un espejismo, desde luego, en una cultura tan revanchista en la que una esposa es capaz de presentar denuncias falsas solo para que su marido pase la noche en el calabozo y se pierda un partido de fútbol. Triste, pero verídico. Si yo me sintiera maltratada no dudaría en denunciar, aunque las circunstancias personales jamás son fáciles y dar el paso implica siempre un salto al vacío demasiado peligroso para muchas mujeres. Aún más, si encima hay niños de por medio. Confieso que no tengo la varita mágica, claro, pero sí estoy convencida de que nunca, nunca jamás, aguantar puede ser la solución. 

Publicado en la sección "Si yo fuera" de la edición del domingo 25 de noviembre de Diario JAEN, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer