Los usuarios lloran por un desalojo que nadie quería
Los usuarios siempre por delante. Si hay algo en lo que coinciden la Junta, los responsables de la Residencia de Mayores Los Higuerones de Jabalquinto, trabajadores y familiares es que los mayores no sufrieron, en ningún momento, las consecuencias de la complicada situación económica por la que atravesaba el centro.

Ellos estaban por encima de todo, hasta el punto de que hay empleados que reconocen que si tenían que llevar algo para merendar, lo hacían. Los siete días que tuvieron para recoger fue un drama, sobre todo el último. Las lágrimas se entremezclaron con la impotencia y, para muchos de ellos, la extrañeza. Los 35 residentes, quince de ellos con plaza concertada con la Junta, fueron reubicados en otros centros de la provincia como, por ejemplo la capital o Sabiote. Hasta allí llegó, incluso, el pájaro que cuidaban entre todos, un símbolo que los residentes no quisieron dejar atrás. Y es que nadie quería marcharse —lo confiesan usuarios y trabajadores del centro—, y si se volviera a abrir, algunos regresarían.
Martín Jiménez es el hijo de una de las usuarias de la residencia. María de la Paz, como se llama su madre, tiene noventa y seis años y desde hace seis vivía allí. No sabe toda la verdad porque, a su edad y a pesar de gozar de buena salud, los momentos de lucidez, en ocasiones, se entremezclan con los de oscuridad, por lo que decidieron decirle que iban a hacer reformas y se tenía que trasladar. “Fue un drama”, reconoce Jiménez, que durante el tormentoso día estuvo acompañado de sus hermanas, sobrinos y la veintena de personas que se allí congregaron. Para dar fe de lo difícil de la situación, Matías Jiménez recuerda que su madre, con quien peor se llevaba de la residencia, era con la cocinera. “Se quejaba porque le ponía de comer potajes y ella no tiene dientes. Cuando llegó el momento de marcharse, se abrazaba a ella y no paraban de llorar”, recuerda con tristeza. “Mi madre llevaba seis años allí y la mimaban mucho, como si fuera de la familia”, reconoce. Ayer fue a visitarla a su nuevo alojamiento y no pudo evitar echarse a llorar. “La he visto muy triste”, lamenta, hasta el punto de que si alguna vez volviera a abrirse el centro, la llevaría de nuevo a las instalaciones.
A Matías Jiménez le comunicaron, hace apenas unos días, la complicada situación, de la que había oído “algo”, pero no era consciente de que fuera tan grave. En primer lugar se le ofreció trasladar a su madre a Bedmar pero, al final, no pudo ser y ellos no estaban preparados para tenerla en casa, debido a los cuidados médicos que requiere. “Nos dijeron que nos la teníamos que llevar lo antes posible, que era urgente, así que, finalmente, ingresó en Puente Jontoya. “La Junta de Andalucía no se ha portado mal con nosotros”, agradece el hijo, quien reside en la pedanía mancharrealeña de Sotogordo. Pero toda su gratitud es para los trabajadores de la residencia jabalquinteña de Los Higuerones, que, según sus palabras, siempre atendieron “de manera fantástica” a los usuarios, pese a las dificultades con impago de nóminas.