Los últimos legatarios de una cultura nómada
Video.- Aprovechar los recursos existentes en cada época del año, ajustanto las actividades humanas parece de una lógica aplastante. Y la trashumancia no tiene otro fin. No es más que ajustar las actividades de pastoreo con los picos estacionales de productividad de pastos, lo que permite una óptima explotación de los recursos existentes, así como evitar los períodos críticos de sequía estival en las zonas bajas y las nieves invernales, en las zonas de montaña.

Tan sensata es esta práctica que existe desde que el ser humano es ganadero. Si hay que definir la trashumancia se podría decir que es una práctica ganadera tradicional que consiste en el desplazamiento estacional del ganado entre zonas altas o de mayor latitud, destinadas a pastos de verano, y zonas bajas o de menor latitud, en las que el ganado pasa el invierno, siguiendo rutas regulares establecidas, denominadas vías pecuarias. Pero, por diferentes motivos, esta milenaria práctica ganadera se está perdiendo. Muy pocos pastores aún, hoy en día, siguen desplazándose a pie entre las zonas de alta y baja montaña. Ahora, la tendencia de los cada vez menos ganaderos que subsisten es quedarse en la misma zona y alimentar todo el invierno el ganado con piensos o hacer los desplazamientos hacia las zonas de invernada en camiones. A pesar del gran declive experimentado por la trashumancia en las últimas décadas, la ganadería trashumante pervive en España aún en pleno siglo XXI, aunque a una escala mucho menor y con una estructura diferente. Con el fin de proteger esta actividad, se aprobó en marzo de 1995 la Ley Nacional de Vías Pecuarias, suponiendo un claro punto de inflexión en la consideración de este dominio público. El total de las vías pecuarias integran más de 125.000 kilómetros de longitud y un total de 421.000 hectáreas de superficie, es decir, un 0,83% del territorio nacional.
Aún así, se pueden ver estos días por las veredas y cañadas de la provincia algunos de los legatarios de esta cultura nómada. Los pastores de Segura, Cazorla y Las Villas se “bajan” en estos días a El Condado, Sierra Morena y las dehesas del norte de la provincia y, desde Teruel, llegan otros pastores a pasar el invierno en las templadas tierras de Jaén. Los hermanos Ismael y Vidal Martínez y su primo Urbano Soriano llegaron, el pasado miércoles, a Vilches, después de recorrer algo más de 500 kilómetros a pie con su rebaño de 3.000 ovejas. Partieron, 24 días antes, de Guadalaviar, en la Sierra de Albarracín, en Teruel. Esta sierra es también el punto de partida de la Cañada Real Conquense, una de las nueve que reguló Alfonso X en 1273, y que va a “morir”, ya en la provincia de Jaén, donde cuenta con 63,2 kilómetros.
Aquí atraviesa los términos municipales de Aldeaquemada, Santisteban del Puerto, Navas de San Juan, Vilches y Linares. Durante el recorrido, aún se pueden observar construcciones dedicadas al uso ganadero, como abrevaderos, apriscos y cortijos, aún en uso, todo rodeado por un interesante paisaje de dehesa salpicada de encinas y pinares que albergan una gran variedad de especies de la fauna ibérica.
Estos tres pastores turolenses, Vidal, Ismael y Urbano, llevan toda su vida haciendo este camino a pie, desde que apenas eran unos niños. Conocen bien las veredas y las dificultades que albergan, sobre todo, por los estrechamientos e intrusiones de cultivos, edificios e infraestructuras en ellos, además de soportar las propias inclemencias meteorológicas de la estación del año. La mayoría de los ganaderos prefiere hacer este camino con camiones, algo que sería mucho más sencillo, según Vidal Martínez: “Nosotros podríamos montar al ganado a las ocho de la mañana en Guadalviar y tenerlo a las seis de la tarde en Vilches. Pero, solo este transporte se ‘come’ la rentabilidad. Traer las ovejas nos costaría 8.000 euros y otros tantos, la vuelta. El camino, por muy duro y sacrificado que sea, no nos cuesta esa cantidad, no es rentable. Solo por dar un dato, la carne está al mismo precio que hace 20 años”.
Aún así, todo este camino es mucho más cómodo que hace unos años. Llevan un coche para transportar sus pertenencias y víveres y tienen casa tanto en Guadalviar y en Vilches. “Antes vivíamos en cortijos sin agua y sin luz y era más sacrificado”, dice Vidal Martínez. Toda esta vida nómada también ha tenido repercusiones en otros aspectos, sobre todo, familiares. Ellos, desde siempre, han vivido más de medio año en Jaén y aquí han conocido a sus esposas. “Los niños se bajan desde Guadalviar antes que nosotros, a principios de septiembre, para empezar el curso y se quedan hasta que acaba”, añade.
Uno de los mayores dificultades por las que pasan estos ganaderos es la mala conservación de algunos puntos de las vías pecuarias y la falta de disponibilidad de agua durante el recorrido. De hecho, el año pasado, un estudio sobre el estado de conservación de la Cañada Real Conquense, realizado por el Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid, señalaba estos factores como determinantes. “La disponibilidad de agua es el factor más limitante de la calidad general en la Cañada Real Conquense, especialmente durante la trashumancia de primavera, cuando el agua se vuelve más crítica para el movimiento del ganado. El abastecimiento de agua por medios naturales es muy limitado, prácticamente anecdótico en relación con la longitud de esta vía pecuaria. Por tanto, la problemática se centra principalmente en el abastecimiento de agua por medio de infraestructuras antrópicas, creadas específicamente para este uso (abrevaderos, pozos, fuentes y charcas), siendo necesario un aporte económico asumible por parte de los ayuntamientos correspondientes”, detalla el análisis. “Otro de los elementos cruciales para el tránsito del ganado por la vía pecuaria es la disponibilidad de un ancho suficiente, que no siempre se cumple en la CRC. Es necesario, por tanto, controlar con mayor severidad el cumplimiento de la legislación relativa a este aspecto”, añadía.
Los trashumantes se mueven también para reivindicar su papel en la protección del medio ambiente. Y es que sus prácticas son, según aseguran, sostenibles y muy beneficiosas. De hecho, hace unos años, en Segura, nació la Asociación de Pastores Trashumantes para luchar por la recuperación de las vías pecuarias. Mantienen que la trashumancia le da mucho al medio ambiente, ya que es una de las prácticas más sostenibles —el ganado va en búsqueda de alimento y no al revés, lo que supone transporte y necesidad de piensos y otros productos— y que mantienen la biodiversidad. Por esto, se formó la asociación que agrupa a medio centenar de ganaderos y reivindican que, si se mantuvieran las facilidades, serían muchos los que seguirían esta tradición. Fotografías José Poyatos
Texto Pepi Galera
Video: Emilio Arroyo