Los transportistas lamentan “el caos” por la reducción de paradas

Es una costumbre. Por eso, quizá, no levantan apenas la voz. Pero el asunto escuece: los transportistas de gran tonelaje que operan en la capital lamentan la falta de zonas de carga y descarga. Aseguran que Jaén se ha convertido en un “caos” para realizar su trabajo. Este periódico ha contactado con miembros de la Asociación Provincial de Empresarios de Transportes Discrecionales de Mercancías de Jaén. El discurso no admite lecturas: la situación empeora con los años, el problema es ya endémico. Y las perspectivas son cualquier cosa menos tranquilizadoras. “Incluso irá a peor”, pronostican los afectados.

23 ago 2015 / 08:34 H.


Miguel Jiménez, repartidor de una empresa de botellas, resume sus jornadas laborales con una palabra muy contundente: “desastre”. “En la mayoría de las zonas de carga y descarga solo cogen dos camiones. Casi todas tienen el horario de ocho de la mañana hasta las seis de la tarde. Y la gente se los salta”, manifiesta.
La veteranía de Jiménez en la profesión le permite trazar un mapa con los lugares especialmente complejos para cumplir con sus pedidos. Las calles del centro son, con diferencia, las que generan más problemas. “Se lleva la palma por la cantidad de negocios que hay. Nos complica mucho la vida”, especifica el transportista.
En la Plaza del Deán Mazas hay una única parada que, tal y como explican los profesionales, presenta una complicación que es extensible al resto: es tan reducida que no caben tres vehículos. Supone un obstáculo diario, pues la citada plaza está rodeada de comercios. El tránsito de transportistas no cesa. “En la parte alta de la calle Álamos nos sucede exactamente lo mismo. Y, para colmo, tenemos el peligro de la carretera que hay. Solo puedes descargar por atrás o por uno de los laterales. Porque si lo haces cerca de la vía, o te  impacta un coche o propicias un desastre”, explica Miguel Jiménez.
La situación en “Martínez Molina” evidencia que los inconvenientes no son solo consecuencia de la escasez de espacio. Hay otros factores que acentúan aún más el problema: “Vas a aparcar y te encuentras con un contenedor o una maceta que alguien ha puesto allí”, critica. Ocurre algo similar en la Plaza de San Ildefonso. “Ahí me cuesta un mundo descargar, porque hay un seto. Lo hago por los laterales de los camiones”, agrega. Las terrazas de los bares representan un escollo común. Si no hay una zona de carga y descarga cerca del local para los camioneros —por ejemplo, los repartidores de bebidas y artículos para hostelería—, estos deben aparcar, a duras penas, en las inmediaciones para que los trayectos, con los palés cargados, sean lo más cortos posible.  “Me pasa en la calle La Luna”, dice.
Pedro Márquez, empleado de una empresa de paquetería, asegura que aparcar, en la mayoría de los barrios de Jaén, es una odisea. “Te encuentras vehículos estacionados en las zonas que están destinadas para nosotros”, señala. Al igual que su compañero de profesión Miguel Jiménez, considera que la reducción de las paradas para camiones y vehículos de gran tonejale es una realidad que perjudica al sector. Márquez, que lleva veintisiete años en la capital, reconoce que el centro es la expresión más gráfica del “caos”. No obstante, llama la atención sobre una parada, de carga y descarga, en el acceso al barrio de la Alcantarilla. “Tiene un horario de ocho a diez  y media de la mañana”, señala. El tráfico, a su entender, acumula restricciones, como los pasos prohibidos. Los impedimentos se traducen en más contratiempos. “Antes tardabas cinco minutos en entregar un pedido. Ahora es mucho más tiempo. Y si paras el vehículo en un sitio sin señal, porque no tengas más remedio, tienes siempre el miedo de que te multen”, razona el profesional.
La Plaza de la Constitución, la de San Francisco y el Paseo de la Estación son “escenarios” complejos para los transportistas. El motivo, hay pocas zonas de carga y descarga en lugares rodeados de establecimientos. “Es normal que acabes invadiendo, durante tiempo, las paradas de los taxistas y de los autobuses. O que te subas a una acera”, lamenta Márquez.
futuro. Los camioneros de la capital son pesimistas: no creen que el Ayuntamiento revise el tráfico para solucionar sus obstáculos diarios. Hace años, el colectivo se manifestó en Jaén para exigir un cambio. “No sirvió de nada”, recuerda Márquez, que no encuentra en las concentraciones una vía para “desatascar” el asunto.
Parar en doble fila, trasladar los pedidos a pie con el vehículo alejado del establecimiento y ser pacientes. Esas parecen las únicas opciones para un gremio apático, harto de que las regulaciones en el tráfico, lejos de ayudarles, les condicionen su faena diaria.