Los terroristas buscaban una matanza que no consiguieron

La casa cuartel de Burgos ha vivido la peor noche de su historia, pero al menos puede contar que, lo importante, es que nadie ha muerto. Se habla de auténtico milagro, sobre todo después de comprobar los devastadores efectos de la explosión de la furgoneta bomba en plena madrugada, cuando todos los guardias civiles y sus familias dormían y sin que esta vez los terroristas avisaran del atentado.

    30 jul 2009 / 11:15 H.

    Ciento veinte personas, alrededor de cuarenta de ellos niños, que volvieron a nacer prácticamente. Los asesinos buscaban matar, pero han fallado. Desde el Gobierno se ha dado una vuelta de tuerca en los calificativos utilizados en esta ocasión para condenar el suceso, con términos como salvajes o enloquecidos, un escenario que dibuja a una banda de criminales no más fuertes, pero sí más peligrosos a la hora de perpetrar las acciones violentas. Es precisamente la debilidad por la que atraviesan ahora esta serie de asesinos lo que les hace buscar demostraciones de poder a la desesperada. Como siempre, se han repetido las palabras de apoyo a los heridos, el mayor de los respaldos a la labor que desarrolla la Guardia Civil a la hora de luchar para erradicar la lacra del terrorismo, y se ha insistido en que todos los culpables estarán pronto en la cárcel, hasta eliminar por completo la violencia. Repulsa general y contundente de los demócratas, además del alivio generalizado de que sus sangrientos planes no hayan dado el resultado que esperaban.
    Nunca hay que bajar la guardia con los etarras y quienes los encubren, pero ahora mucho más, porque, a pesar de atravesar por un  momento de evidente debilidad, aún pueden hacer mucho daño. Matar es demasiado fácil y ETA lo sabe. Pero también sabe que ese no es el camino y que todos los esfuerzos que se  realizan desde las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y desde la Justicia ponen cerco a los violentos y acabarán por dar sus frutos.