Los seguidores del cardenal Rouco
Desde Madrid. Como sociólogo, estuve en la Misa de las Familias del cardenal Rouco.
Sus seguidores, con muchos niños —inocentes a los que condenaron a soportar muchas horas a la intemperie el crudo frío invernal—, me dieron sus razones para tener familias numerosas: Que había que tener más trabajadores… en una España con ya casi seis millones de parados; que si no, se iba acabar el mundo… en un mundo aplastado y expoliado con más de tres veces más población que hace un siglo; que a más gente, más producción y más empleo. (¡!). En aspecto religioso, que apenas mencionaron, hay que recordar que la neta preferencia de todo el Nuevo Testamento —a diferencia del Antiguo— por los que no se casan ni tienen hijos, y la clara denuncia de Jesús contra quienes ponen sobre los demás pesadas cargas que ellos no llevan ni con un dedo ni un hijo, da la casualidad que hace Rouco, que, encima, parece querer santificar a los mártires del matrimonio y de la familia. “Cuando un ciego conduce a otro ciego, ambos caerán en la fosa” Y en algunos casos, como éste, producirán además gravísimos daños a los demás.
Antonio Caballero Garrido