Los santos y jalogüen
Qué difícil es aunar tradición y vanguardia. Imagino que lo mismo que pasa ahora, pasó antes y pasará después. Hemos sobrevivido sin Furnieles, sin Tejidos Gangas, sin la papelería Valsan, hasta Peritos pasó a ser el emblemático Corte Inglés y, Magisterio a…(¿qué es ahora Magisterio?).
A la misma vez, vemos cómo se inauguran macro gimnasios en el centro, restaurantes que fusionan comidas de distintos estilos (o lo intentan, a veces lo único que consiguen es fusionar cabreos con cuentas demasiado alargadas), e incluso nos quieren vender coches que se accidentan (circulan) solos.
Los tiempos cambian, evolucionan, hacen como esa materia que nunca se destruye y siempre se transforma, y nos queda la adaptación como único medio para la subsistencia. Si mi abuelo viera que mi padre publica fotos de sus hortalizas en Facebook, si mi abuela tan solo hubiera imaginado que mi madre me felicita por wassap, si mis padres supieran que les controlo las cuentas por internet (ops), pues seguramente entenderían que cuando llega el primero de noviembre, en vez de asar castañas y engullir gachas, pensemos en el disfraz terrorífico que van a ponerse las peques, o los kilos de maquillaje blanco que lleva mi contable para irse de cena (le sigo diciendo que me asusta más cuando viene a visitarme al final de trimestre). Esa incursión de todo aquello que procede de Norteamérica debe ser entendida y aceptada siempre que nos genere un bien, pero sin olvidar nuestras raíces, nuestras costumbres, nuestras tradiciones, que tienen mucho de bueno. No vayamos a cambiar la fiesta del 12 de octubre por el 4 de julio y empezamos a tirar cohetes sin pólvora, cual yankee tejano arma en mano, celebrando su día nacional. Y que no me quiten las procesiones de Semana Santa por unos pavos de Acción de Gracias, ni la Feria de San Lucas por la Superbowl… Menos mal que aún nos queda La Alameda, por mucho que le cambien el nombre, y los Reyes, incluso los Magos, siempre que ese personaje peculiar, vestido de rojo, y con barba blanca, jo jo jo, nos lo siga permitiendo.
Paco Peinado