Los Roper y la lucha de clases

Dos años de relación y todo iba bien. Se les veía compenetrados, hicieron oídos sordos a quienes les auguraban una pronta ruptura y compartieron tribuna y mezclaron estilos. Del traje pantalón de ella a las camisas cuello Mao de él, una pareja con gustos distintos. Salvaron crisis, acordaron las cuentas de la casa (presupuestos) y aguantaron una desgracia familiar, en forma de comisión de investigación del fraude de los ERE. Lucían lozanos y ahora, en plena floración primaveral, cuando todas las parejas se hacen carantoñas al sol, llega una bronca inesperada.

12 abr 2014 / 22:00 H.

Un mirarse con desdén, un afearse la conducta en público. Una suspensión “momentánea” de la relación, un vamos a darnos un tiempo que, en el mundo real, sería cada uno por su lado, pero en el promiscuo mundo de la política dejó entreabierta la puerta hasta la siguiente noche. El realojo de las familias de la corrala La Utopía acaparaba focos y en la gestión se dirimió el conflicto.

Para Susana Díaz la ilegalidad de la consejera rebelde fue inaceptable y las palabras las acompañó de un decreto en el que retiró las competencias sobre la asignación de viviendas sociales a la Consejería de Fomento. Para Antonio Maíllo, coordinador de IU, por el contrario, ella provocó la crisis con el interés, quizá, de distanciarse de cara a un no descartado adelanto electoral.

Como en las comedias, hay figurantes, poli bueno versus poli malo y actores de reparto que pueblan mesas y sirven de atrezo para las ruedas de prensa. Todo un poco previsible, porque estaban condenados a entenderse hoy y puede que también mañana. El final feliz fue cuestión de horas. Son como George y Mildred, Los Roper de la comedia británica, un matrimonio malavenido, que solo se quiere a ratos. George, en esta ocasión, sonríe y se sabe ganador; Mildred amagó con dar, dio y tras el pacto “interruptus” le tendió la mano zalamera. Maniobras orquestales en la oscuridad a cuenta de pobres contra pobres.