Los radares recaudan en la provincia 1,5 millones por multas de velocidad
Por mucho que haya GPS “chivatos” que alerten de la ubicación de los radares por carretera, estos sistemas de control del exceso de velocidad implantados por la Dirección General de Tráfico (DGT) siempre acaban cazando a alguien.

A muchos, de hecho. En el año 2014, los trece dispositivos fijos que vigilan las carreteras de la provincia y los cinemómetros móviles que traslada la Guardia Civil hizo la “foto” a 29.689 conductores por pisar el acelerador más de la cuenta. Infractores que tuvieron que rascarse el bolsillo y pagar las multas que, en el peor de los casos, pueden suponer un desembolso de 600 euros.
No en vano, la recaudación obtenida por Tráfico por este concepto ascendió a más de un millón y medio de euros en el pasado ejercicio. Esa fue la respuesta del Gobierno a una pregunta del parlamentario socialista en el Congreso de los Diputados, Miguel Ángel Heredia. La cifra es prácticamente idéntica a la del ejercicio anterior, cuando fueron denunciados más de 32.000 conductores en las carreteras de la provincia y el Estado ingresó en sus arcas 1,45 millones por sanciones derivadas del exceso de velocidad.
Tráfico lleva a cabo a lo largo de todo el año diferentes campañas de concienciación para evitar infracciones al volante que van desde el uso del cinturón al consumo de alcohol o drogas o el exceso de velocidad. En verano se intensifican esos controles precisamente porque se produce un gran número de desplazamientos y es la época donde la siniestralidad alcanza su pico más alto.
La DGT inició la operación salida de este verano publicando la ubicación de los radares móviles que se han distribuido por la provincia, con el objetivo, según argumentó, de demostrar que los dispositivos no tienen un fin recaudador, sino de prevención. Son los tramos en los que se ha detectado una alta accidentalidad o infracciones por exceso de velocidad en porcentaje superior a la media.
Daños. En Tráfico ponen a menudo un ejemplo: la equivalencia de un choque de un automóvil con la caída al vacío de un edificio. A 50 kilómetros por hora, el impacto equivalente es de una caída de 9,84 metros. Tres pisos de altura. Pero si la velocidad es de 120 kilómetros por hora, el impacto supone una caída equivalente de 56,69 metros o 16 pisos. Un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que los peatones sufren un riesgo de morir atropellados en torno al 80 por ciento si la velocidad de impacto del vehículo es de 50 kilómetros por hora, mientras que si la misma se reduce a 30 kilómetros, el riesgo cae a su vez a tan solo un 10 por ciento. Y a partir de 80 , la probabilidad de que el peatón muera es prácticamente del 100 por ciento.