Los "novios de la muerte" se van con honores

El vibrante concierto de las bandas de Guerra de la Legión y la Municipal de Música puso los acordes finales de la expedición del tercio de infantería que acudió, el viernes, a izar la bandera de España en la Plaza de Jaén por la Paz. Cientos de personas disfrutaron con las marchas militares.

    09 oct 2011 / 09:52 H.

    El Parque de la Concordia se retrotrajo a sus viejas “batallas” por aquello de que un Cuerpo de guerra, en este caso musical, regresaba a su suelo, precisamente tras pisar una plaza con nombre de paz. Después de una jornada de éxtasis patrio como fue la del viernes por la tarde con el desfile y homenaje a la enseña nacional, la estancia de los ochenta caballeros legionarios de la Octava Bandera Colón del Tercer Tercio llegó a su fin con una sesión de marchas militares que deleitaron a los jiennenses que acudieron a la cita. La agrupación del Ejército se turnó con la Banda Municipal de Jaén en la interpretación de piezas de ritmo rápido, propias del Cuerpo que residía, temporalmente, en la capital.
    La función comenzó con la solemne entrada de la delegación musical legionaria en el espacio destinado para la interpretación, ocupado hasta entonces por los artistas jiennenses, quienes, como el resto de vecinos, esperaban su peculiar presencia. Los caballeros hicieron sonar “Retreta floreada”, un toque usado habitualmente en las marchas de retirada o de recogida hacia los cuarteles, algo que más tarde hicieron los militares. Los primeros aplausos del público elogiaron tanto las notas como el desfile que acompañó su salida a la “retaguardia” momentánea.
    La banda local, dirigida por el maestro Pedro Jiménez Ogallar, comenzó su particular programa con “La Guardia de Alabarderos”, de Mariano San Miguel, para proseguir con “Rodríguez Miguel”,  de Emilio Cebrián Ruiz; “San Marcial”, de Ricardo Dorado; “Los voluntarios”, de Gerónimo Giménez y Bellido; “La orgía dorada”, de Jacinto Guerrero y Julián Belloch; “Las corsarias”, del maestro Alonso, y, en especial honor de quienes estaban presentes, sonaron “Legionarios y Regulares”, de Arturo Saco del Valle y la fantasía “El sitio de Zaragoza”, de Cristóbal Oudrid. No menores fueron los aplausos del respetable hacia su agrupación municipal, ya que la actuación fue más que brillante. Sin embargo, los verdaderos protagonistas, los militares de acción rápida, volvieron a despertar el fervor de los admiradores del Ejército.
    La Banda de Guerra acudió de nuevo al centro del parque para “imponer” la belleza de sus piezas más típicas. El rápido ritmo acompasado se metió “en el sentido” del público y, de pie, los grandísimos músicos visitantes tocaron la “Marcha de la Canción” y la “Marcha de la Palillería”, tras la cual, entraron otros legionarios, estos sin instrumentos encima, solo para entonar las letras que acompañan a las composiciones cada vez más conocidas entre los asistentes, en cuyas filas había algunos que también se atrevieron a cantar los himnos del Cuerpo.
    Con el primero de ellos, “Tercios heroicos”, la emoción fue “in crescendo”. Después sonó “La canción del legionario”, quizá la segunda más famosa, porque el culmen fue “El novio de la muerte”. Entonces, ya sí, la mayor parte de la gente congregada en el concierto, militares o no, alzó la voz para corear la popular e histórica canción, en la que, una vez más, los caballeros proclamaron bien alto su enamoramiento hacia lo más oscuro de la vida, en una profesión de fe de un tercio que presume, entre otras cosas, de no tener miedos. “Soy un hombre a quien la suerte /hirió con zarpa de fiera. /Soy un novio de la muerte /que va a unirse en lazo fuerte /con tan leal compañera”.
    Fue sonar estas palabras y la expectación llegó a su máximo apogeo. Hasta el punto de que se escaparon algunos repullos de emoción entre quienes dedicaron la mañana del sábado a escuchar, sobre todo, esta declaración de amor patrio hacia los colores que, de nuevo, ondean en el asta por excelencia de la capital.
    entusiasmo. En pleno apogeo del fervor hacia la protección del país, que es al fin y al cabo lo que pregonan las marchas legionarias, la Banda Municipal retomó la música para concluir el concierto con la “Canción del legionario”, el himno “oficial” de la delegación desplazada, aunque no podía faltar un “plus” final, y menos en un acto como este —presidido por el alcalde, José Enrique Fernández de Moya, y por el general de la brigada, Leza de Benito—: la “Marcha Real”.
    La despedida de los caballeros del Ejército fue inmejorable. Se echó de menos a la cabra Gero, es cierto, pero estaría descansando. Han sido solo dos jornadas, pero la visita de la Legión ha quedado marcada en la historia local.  Jesús Vicioso Hoyo / Jaén