Los 'Pikikis' acusados de asesinar a un 'mallarín' pueden salir de prisión

Rafael Abolafia / Jaén
El próximo 13 de julio, está previsto que un tribunal del jurado juzgue a los tres miembros del clan de los “Pikikis” acusados de asesinar a tiros al cabecilla de “Los Mallarines”, el clan rival. Uno de los implicados, Sebastián M. F., ha cambiado de abogado y ha pedido la suspensión de la vista.

    02 jul 2009 / 09:43 H.

    Alega que no ha tenido tiempo para estudiar el procedimiento. Si finalmente la Audiencia accede al aplazamiento podría darse la circunstancia de que los otros dos acusados, Diego M. M., apodado “El Demonio”, y su hijo Joaquín M. F., “El Tatín”, salieran en libertad. Ambos fueron detenidos pocas horas después del asesinato a tiros de Antonio Mallarín, ocurrido en el barrio del Madroñal de Linares el 3 de febrero de 2006. Es decir, actualmente, llevan más de tres años y cinco meses en prisión preventiva.
    La Ley establece que el plazo máximo que un procesado puede estar en la cárcel esperando el juicio son cuatro años. Es decir, si la vista no se celebra antes de febrero de 2010, Diego M. M. y Joaquín M. F. quedarían automáticamente libres. La propia Fiscalía ha mostrado su preocupación por esta situación y anuncia que, el próximo día 13, se opondrá a la petición de suspensión que planteará el letrado de Sebastián M. F. Además, es bastante improbable que la Sección Tercera de la Audiencia acceda a la solicitud de aplazamiento.
    La organización de un juicio de estas características es complicadísima. De hecho, se han designado a los miembros del jurado, se ha citado a decenas de testigos y peritos y se ha organizado un dispositivo de seguridad sin precedentes para blindar el Palacio de Justicia. Por eso, un cambio de fechas se antoja casi imposible. Además, si finalmente se produjera la suspensión, la Audiencia tendría otros siete meses por delante para fijar la nueva fecha de la vista y evitar así el encarcelamiento provisional de los dos acusados.
    enfrentamientos. Hay que recordar que estos hechos supusieron el comienzo de una espiral de violencia desconocida en la provincia y en la que dos familias, los “Pikikis” y los “Mallarines”, se juraron odio eterno. Todo comenzó ese 3 de febrero de 2006, cuando el camino del Madroñal de Linares retumbó por primera vez con el estruendo de los tiros.
    Cayó muerto Antonio Mallarín de un disparo en la cabeza. Presuntamente, lo mataron tres miembros de la familia de los “pikikis”. El día de los hechos, la víctima, conocida como “El Currillo”, discutió con Diego M. M. Le recriminó que hubiera comprado la casa situada enfrente de su domicilio, porque temía que surgieran problemas entre ambas familias. Y así fue. Esa primera discusión, según la Fiscalía, terminó a tiros. Los tres “pikikis” se pusieron de acuerdo para matar a Antonio Mallarín. Fueron a su casa con las dos armas de fuego que tenían en su poder, una pistola y un revólver. Primero, lanzaron varios tiros al aire, según explica el Ministerio Público. Después, a la puerta de la vivienda de la víctima.
    Cuando cesaron los disparos, “El Currillo” salió de casa, “creyendo que ya no existía peligro”. Sin embargo, el fiscal sostiene que los tres “pikikis” estaban esperándolo. Diego empuñaba el revólver y su hijo menor, Sebastián, llevaba la pistola. Ambos comenzaron a disparar, mientras “Tatín” los animaba al grito de “matad al Currillo”. El proyectil del revólver, según la Fiscalía, impactó en el cráneo de Antonio Mallarín, que murió en el acto, en presencia de su esposa y de una de sus hijas.
    En un primer momento, “Tatín”, que sufre problemas mentales, se autoinculpó del crimen en una carta. Después, rectificó y dijo que los autores eran su padre y su hermano Sebastián. Esa versión es la que cree la Policía y también la que sostiene la Fiscalía. Inicialmente, el Ministerio Público pide  para cada uno de los tres acusados veinte años y medio de cárcel por un delito de asesinato y otro de tenencia ilícita de armas. Además, reclama el pago de una indemnización de 370.000 euros a la esposa y a los cinco hijos de la víctima.