Los pícaros inquilinos de la crisis

J. A. V. tiene veintisiete años y, desde hace dos, no encuentra un trabajo estable. Dispone de varios títulos y cursos, no tiene ningún problema en cambiar de provincia o, incluso, de país de residencia para encontrar un buen puesto pero, sin embargo, sigue en el dique seco. Este jiennense vive con otros dos jóvenes en un piso de alquiler cuya mensualidad supone un problema que se repite periódicamente. ¿Cómo pagar la renta sin un sueldo estable?
J. A. V. encontró una salida que, aunque no solucionaba el problema por completo, sí lo hacía más “sorteable”: realquilar una pequeña habitación que ninguno de sus compañeros utilizaba. Con esos doscientos euros extra, repartidos equitativamente entre los tres inquilinos “legales” del piso, la mensualidad se hacía más asequible. “Yo no haría esto de tener un trabajo, pero no quiero tener que pedir a mis padres y me veo obligado a buscarme las habichuelas donde sea”, comenta el joven. “Además, no hago daño a nadie”, añade.
J. A. V. confirma que varios de sus amigos también han realquilado o realquilan en la actualidad habitaciones con el fin de ganar algunos euros.
inmobiliarias. El aumento de estos realquileres no pasa inadvertido entre las inmobiliarias de la capital, aunque ellas se cubren las espaldas —o, más bien, las de los propietarios— con la inclusión, en la inmensa mayoría de los contratos de alquiler, de una cláusula específica en la que se prohíbe al inquilino poner en práctica esta operación. “Me han llegado casos de extranjeros, que tienen más dificultades para encontrar un piso, y se meten dos o tres matrimonios juntos”, cuenta un trabajador de Aifa. “Son situaciones que conozco pero no han pasado por la agencia”. Antonio Heras / Jaén