Los pelos en la gatera

Félix Manzaneda Oneto / Desde Jaén. El titular hace referencia al agujero practicado en las puertas, principalmente de las casas de campo, que servía para que el gato pudiera entrar y salir y concretamente a los pelos que el animal dejaba en el mismo cada vez que entraba o salía por el.

    15 feb 2013 / 12:14 H.

    Quiero referirme con este titular a lo que nos estamos dejando por la ejecución del inexistente programa del PP en el Gobierno, como el mismo Rajoy ha reconocido en una entrevista a un medio extranjero. Hace escasamente dos años y en lo relativo a la educación, nos preocupaba el informe Pisa, que catalogaba la educación de un país con parámetros de calidad, ratio, bilingüismo, los profesores de apoyo, la no discriminación sexual, religiosa, de ideología o económica del alumnado, inclusive, la gratuidad de la enseñanza. Hoy el número de alumnos por clase no importa se sobrepasa. Si un profesor obtiene la plaza en concurso oposición especialidad idiomas, no se le respeta y ahora se le pide un B2. Si un profesor cae enfermo no se repone el sustituto hasta que pasen quince días. Hoy, con la ley Wert habrá colegios concertados con segregación de sexos, que serán confesionales y elitistas, y no importa que contravenga hasta la Constitución. En lo referente a la sanidad, el criterio es economicista, se ha olvidado lo de la automedicación, hoy proliferan los anuncios de medicamentos donde se sustituye el médico por el consejo del farmacéutico. La gratuidad por el copago, y el beneficio de las  farmacéuticas, por la usura a los pensionistas. Las urgencias médicas por el “vuelva usted mañana” de la España negra de Larra. La saludable dieta mediterránea la hemos cambiado por la comida rápida, y, en los peores casos, por la rebusca en contenedores de supermercados. La palabra dada y el respeto a lo prometido han pasado a mejor vida, hoy no se respeta ni el programa electoral. Los golfos campan por sus fueros, en política, empresa o en cualquier faceta de la vida. Hemos perdido la honestidad, el cumplimiento de lo prometido, la palabra como expresión solemne. Los abuelos estamos pasando a ser el sostén de la precariedad de hijos y nietos, dejando en segundo plano el oficio de “ángeles de la guarda” y “cuentacuentos” de nietos y afines. Hemos cambiado la ética de las cosas por la estética de los números.