Los parques acogen visitantes sin una vigilancia permanente

Guardianes de los espacios de la diversión y del entretenimiento, los vigilantes de los parques municipales de la ciudad se pueden contar con los dedos de una mano y aun así sobran. Zonas de recreo para pequeños y mayores, los recintos con zonas verdes acotados en la capital son el punto de encuentro de numerosos ciudadanos donde el juego, el deporte o el descanso se unen en comunidad. Sin embargo, los usuarios habituales de los principales parques consideran que la vigilancia no es suficiente. El dilema es del siempre: si hay un “guardia” encima, los comportamientos incívicos se evitan. El problema está cuando no hay una mirada que coarte y aflora la parte más gamberra del ser humano.

27 ago 2015 / 07:53 H.


Ubicados sobre cerros en los que los visitantes pueden recrearse con espectaculares vistas, en el interior de los parques hay quien opina que faltan personas encargadas para evitar algunos desagradables capítulos. Robos, agresiones, vandalismo o incumplimientos de las normas como bañarse en las fuentes o pasear a los perros sin correa son algunos de los que inquietan a los usuarios.
Entre los parques más populares, en el sur, se levanta el del Seminario. Grupos de jóvenes, mayores con sus hijos y nietos o paseantes con sus mascotas acuden a disfrutar de sus arboledas, la frescura de su césped o la belleza de la Catedral y del Castillo. Aun así, para muchos, la presencia de un guarda evitaría que los dueños de sus mascotas “olviden” recoger sus excrementos o que quienes dejan los desperdicios de comida y bebida los tiren a las papeleras. Además de los comportamientos más o menos incívicos, otra de las quejas que tienen quienes visitan el parque es la falta de unos servicios con sanitarios. En cuanto a la apertura del recinto vallado, un trabajador del Centro Especial de Empleo (CEE) encargado del mantenimiento de los jardines asegura que son ellos los que abren a las siete de la mañana, mientras que el cierre lo asume una persona que realiza servicios para la comunidad. “Aquí no hay ningún vigilante y la Policía no pasa a no ser que la llamen. A nosotros se nos queja la gente y damos parte pero no podemos hacer más”, indica el trabajador de CEE.
Entre la carretera de Córdoba y el Gran Eje, el parque de los Lirios solo cuenta con la vigilancia permanente del guerrero ibero. Visitado por los residentes de la zona, especialmente por familias que acuden con sus pequeños para jugar en los columpios, el recinto tampoco cuenta con una persona encargada exclusivamente de la vigilancia y control de las instalaciones. Un encargado del servicio de limpieza de FCC cuenta que son ellos los que abren con una llave maestra a las siete de la mañana, aunque desconoce quién cierra las verjas por las noches. “Lo que sí sé es que los fines de semana ni se cierra ni lo abrimos nosotros”, confirma el empleado, para asegurar que se trata de un parque muy tranquilo.
En pleno barrio de Las Fuentezuelas, la Ciudad de los Niños se abre con divertidas atracciones creadas para los protagonistas: los menores. Sin embargo, en este parque tampoco hay un vigilante que refuerce la vigilancia de los progenitores. Aun así, según una usuaria, hace un tiempo acude alguien de seguridad por las tardes, pero no tiene un uniforme que así lo identifique. “Hace unos años sí había una persona que cerraba las puertas a las diez de la noche en invierno. Pero falta más vigilancia, pues el otro día vi a unos jóvenes que se metieron en el estanque del barco y se bajaron los pantalones. ¡Y justo al lado había niños jugando!”, cuenta la mujer.
En los únicos parques donde sí se puede ver a un guarda de seguridad son el del Bulevar y el de Las Canteras. Sin embargo, en el del barrio de Expansión Norte, el servicio se centra en la segunda fase, en el conocido como Andrés de Vandelvira. Mientras, en la primera etapa, en el Juan Pablo II, no hay nadie encargado expresamente de su control. De hecho se trata de un espacio al que acuden más niños, debido a que gran parte de las instalaciones ubicadas son infantiles. El presidente de la asociación vecinal, Luis Ruiz, valora la vigilancia del parque así como el aumento del horario de apertura que solicitaron al Ayuntamiento.  
Por su parte, Javier Márquez,  concejal de Medio Ambiente, área encargada de la apertura y cierre de los parques, asegura que la persona que lo hace es un trabajador municipal que realiza esta función,  voluntariamente, fuera del horario laboral y sin cobrar horas extraordinarias, “porque no podemos pagarlas”. “Los horarios de cierre en verano son hasta las doce, pero Policía intercedió para ver si el Bulevar se podía cerrar más tarde”, dice.