Los Páramos del comercio
El comercio es, sin lugar a dudas, uno de los soportes económicos más fuertes de la capital. Miles de jiennenses trabajan en un sector que, por desgracia, se ha convertido en uno de los más castigados por la crisis y todas sus fatales consecuencias: la caída del poder adquisitivo de las familias, el cierre del grifo del crédito de las entidades bancarias y los recortes del Gobierno central, transformados en dificultades añadidas para los pequeños y medianos empresarios que intentan sortear los escollos para poder subir la persiana de su negocio cada mañana y seguir adelante.
Muchas tiendas, sin embargo, no consiguen salvar los obstáculos y sus propietarios se ven obligados a clausurarlas. Los carteles de “se vende”, “se alquila”, “se traspasa”; los anuncios de liquidación o de cierre por jubilación son habituales en casi cualquier zona de gran actividad comercial de la ciudad aunque, en determinados tramos, parece que la mala fortuna se contagia y, de este modo, se hallan numerosos locales en estas condiciones en apenas unos metros de recorrido. Son como páramos alimentados por la recesión, congelados en el tiempo que, hace solo un lustro, serían impensables.
Se puede hacer la prueba en varias localizaciones. Por ejemplo en la Avenida de Madrid, entre los cruces con las calles Virgen de la Cabeza e Isaac Albéniz, se cuenta hasta una decena de negocios vacíos o en vías de echar el candado. Al otro lado de la ciudad se encuentra una nueva muestra de estos desolados páramos comerciales en la calle Juanito Valderrama: desde la rotonda en la que limita con la carretera de Córdoba, en adelante, los transeúntes pueden contabilizar otra decena de locales sin actividad. Algunos que nunca fueron utilizados tras la construcción del inmueble; otros son, sin embargo, la huella visible, melancólica, del fracaso de un restaurante, de una tienda o de una papelería. A través de los ventanales, ya borrosos por el polvo y las pintadas, a veces quebrados se adivinan aún los muebles, las cajas registradoras, restos de los productos, dejados a su suerte.
La crisis no respeta ni las zonas intocables, los grandes ejes comerciales. En el centro, a la misma sombra de la Catedral, negocios señeros dicen adiós en la Carrera o la calle Maestra, mientras que al inicio de la Avenida de Andalucía, en la acera de la derecha, ocho locales, algunos de hosteleros, colocan el cartel de venta o alquiler, en busca de una oportunidad en otro campo o de tiempos mejores para recuperar la actividad.
Algunos espacios volverán a ser ocupados en muy pocas semanas. Donde antes hubo un establecimiento de ropa juvenil se inaugurará una clínica de estética. En el lugar de una tienda de regalos, un bar a la última moda. Ubicaciones como el Gran Eje o el Paseo de la Estación todavía son reclamos para emprendedores que, de cualquier manera, tienen escasas oportunidades en un mercado laboral que no apuesta por la contratación; en una economía en la que el único salvavidas es aquel que cada persona se infla.
Los comerciantes jiennenses afrontan la crisis como pueden. L. F. dirige una joyería que tiene una clientela fiel; pero, de cuando en cuando, los problemas aparecen. “Los mayores escollos para los negocios son los impuestos y las nuevas normativas, que te obligan a gastar un dineral a pesar de llevar años en funcionamiento”, declara la trabajadora autónoma, que pone como ejemplo las medidas de seguridad exigidas. “Tuve que comprar una cámara, aparte de abonar una cuota mensual”, asegura la joven. “Luz, impuestos, agua, el alquiler del local... los gastos de los negocios son excesivos”, cuenta P. M., que está al frente de una confitería. “Da igual que la calle tenga mucho paso. El comercio en Jaén está, más que parado, estancado”, añade la autónoma.
Rosa Martínez de Antoñana, presidenta de la asociación de empresarias de la capital (AGEM), incide en la excesiva carga impositiva a pymes. “Es desproporcionada respecto a sus ganancias. Difícil es, así, crear empleo”, opina la mujer, que aporta más claves: “Un problema claro es que hay pocos clientes. Además, lanzarse a montar negocios y comercios sin un plan serio de empresa hace que muchos no duren ni seis meses”, dice la presidenta de la AGEM.
El comercio es, sin lugar a dudas, uno de los soportes económicos más fuertes de la capital. Miles de jiennenses trabajan en un sector que, por desgracia, se ha convertido en uno de los más castigados por la crisis y todas sus fatales consecuencias: la caída del poder adquisitivo de las familias, el cierre del grifo del crédito de las entidades bancarias y los recortes del Gobierno central, transformados en dificultades añadidas para los pequeños y medianos empresarios que intentan sortear los escollos para poder subir la persiana de su negocio cada mañana y seguir adelante.
Muchas tiendas, sin embargo, no consiguen salvar los obstáculos y sus propietarios se ven obligados a clausurarlas. Los carteles de “se vende”, “se alquila”, “se traspasa”; los anuncios de liquidación o de cierre por jubilación son habituales en casi cualquier zona de gran actividad comercial de la ciudad aunque, en determinados tramos, parece que la mala fortuna se contagia y, de este modo, se hallan numerosos locales en estas condiciones en apenas unos metros de recorrido. Son como páramos alimentados por la recesión, congelados en el tiempo que, hace solo un lustro, serían impensables.
Se puede hacer la prueba en varias localizaciones. Por ejemplo en la Avenida de Madrid, entre los cruces con las calles Virgen de la Cabeza e Isaac Albéniz, se cuenta hasta una decena de negocios vacíos o en vías de echar el candado. Al otro lado de la ciudad se encuentra una nueva muestra de estos desolados páramos comerciales en la calle Juanito Valderrama: desde la rotonda en la que limita con la carretera de Córdoba, en adelante, los transeúntes pueden contabilizar otra decena de locales sin actividad. Algunos que nunca fueron utilizados tras la construcción del inmueble; otros son, sin embargo, la huella visible, melancólica, del fracaso de un restaurante, de una tienda o de una papelería. A través de los ventanales, ya borrosos por el polvo y las pintadas, a veces quebrados se adivinan aún los muebles, las cajas registradoras, restos de los productos, dejados a su suerte.
La crisis no respeta ni las zonas intocables, los grandes ejes comerciales. En el centro, a la misma sombra de la Catedral, negocios señeros dicen adiós en la Carrera o la calle Maestra, mientras que al inicio de la Avenida de Andalucía, en la acera de la derecha, ocho locales, algunos de hosteleros, colocan el cartel de venta o alquiler, en busca de una oportunidad en otro campo o de tiempos mejores para recuperar la actividad.
Algunos espacios volverán a ser ocupados en muy pocas semanas. Donde antes hubo un establecimiento de ropa juvenil se inaugurará una clínica de estética. En el lugar de una tienda de regalos, un bar a la última moda. Ubicaciones como el Gran Eje o el Paseo de la Estación todavía son reclamos para emprendedores que, de cualquier manera, tienen escasas oportunidades en un mercado laboral que no apuesta por la contratación; en una economía en la que el único salvavidas es aquel que cada persona se infla.
Los comerciantes jiennenses afrontan la crisis como pueden. L. F. dirige una joyería que tiene una clientela fiel; pero, de cuando en cuando, los problemas aparecen. “Los mayores escollos para los negocios son los impuestos y las nuevas normativas, que te obligan a gastar un dineral a pesar de llevar años en funcionamiento”, declara la trabajadora autónoma, que pone como ejemplo las medidas de seguridad exigidas. “Tuve que comprar una cámara, aparte de abonar una cuota mensual”, asegura la joven. “Luz, impuestos, agua, el alquiler del local... los gastos de los negocios son excesivos”, cuenta P. M., que está al frente de una confitería. “Da igual que la calle tenga mucho paso. El comercio en Jaén está, más que parado, estancado”, añade la autónoma.
Rosa Martínez de Antoñana, presidenta de la asociación de empresarias de la capital (AGEM), incide en la excesiva carga impositiva a pymes. “Es desproporcionada respecto a sus ganancias. Difícil es, así, crear empleo”, opina la mujer, que aporta más claves: “Un problema claro es que hay pocos clientes. Además, lanzarse a montar negocios y comercios sin un plan serio de empresa hace que muchos no duren ni seis meses”, dice la presidenta de la AGEM.
