Los padres de los tres niños simularon llevarse mal antes del secuestro
Un varón de 31 años fue detenido ayer, sobre las 11:45, en Bujalance, Córdoba. Es un familiar de los tres menores que, el pasado martes 2 de junio, fueron supuestamente sustraídos del centro de menores de La Carolina, donde están bajo tutela de la Junta. El arresto es una paso más para entender la ocurrido, un puzzle en el que cada pieza hace pensar a los investigadores que había un plan preconcebido para que los niños regresaran al seno del clan. Al primo de los hermanos al que la Benemérita le puso los grilletes se le considera un colaborador de los padres en el “rapto”. ¿Que hizo? Supuestamente, trasladó a sus parientes en coche hasta La Carolina para que se encontraran con tres de sus hijos. Posteriormente, mientras el padre denunciaba que había perdido a los pequeños, estos, en realidad, viajaban con su madre por carretera hacia la estación de tren de la capital cordobesa, desde donde se desplazaron a Madrid. El último arrestado David A. M., supuestamente, iba de nuevo al volante. Finalmente, fue puesto en libertad, imputado por un delito contra los derechos y deberes familiares.

Estos movimientos implican una planificación previa, pero, curiosamente, el progenitor aseguró a los guardias civiles, que lo atendieron cuando denunció, que no se llevaba bien con su compañera sentimental, que la relación era prácticamente nula y no sabía ni donde estaba. Una treta, a ojos de los encargados de las pesquisas, para despistar sobre el paradero de los niños. El Instituto Armado descubrió que el padre y la madre, a pesar de lo que el primero decía, tenían dinero en común, además de un contacto telefónico fluido. La mujer hacía un mes que había abandonado su domicilio habitual, en la capital jiennense, sin que, aparentemente, nadie supiera donde estaba. Según pudo saber este periódico, tras practicarse el arresto del progenitor, Manuel M. M., la Benemérita trató de localizar con insistencia a la que se considera su pareja, en definitiva a la madre de los niños, sin éxito; aunque, lo más curioso para el Instituto Armado es que, a pesar de la gran repercusión mediática de la desaparición de los tres hermanos, esta tampoco hizo acto de presencia. Esto, unido a que el padre tampoco colaboró el día de autos en la búsqueda de los hermanos, condujo irremediablemente a los guardias civiles a centrarse en la familia para intentar localizar a los niños. La creencia de que estaban con los suyos también hacía pensar que se encontraban bien, aunque, oficialmente, la Comandancia no descartaba hipótesis alguna sobre su paradero. La Policía Judicial del Cuerpo, que se hizo cargo del caso discretamente, también siguió otras pistas, para tratar de cerrar el círculo, y así supieron que, por ejemplo, el mediano de los tres hermanos “sustraídos”, de 5 años, había dicho en su colegio de La Carolina que se iba. Tanto el padre como la madre son conocidos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Al hombre, Manuel M. M., le constan más de una veintena de detenciones; a lo largo de dos décadas, entró y salió de prisión, incluida una condena de 11 años por homicidio. Ella, Vanesa V. M. también fue arrestada en numerosas ocasiones por hurtos y robos.