Los ochíos endulzan la capital
Jaén se convirtió en la capital del dulce gracias a la última parada de la iniciativa impulsada por Diario JAÉN “14 sonrisas para 2014”, que llenó la Plaza de Santa María con más de 3.000 ochíos, que endulzaron, gracias al trabajo de los integrantes de la Asociación Provincial de Fabricantes y Expendedores de Pan, la tarde a cientos de vecinos de la capital que no quisieron perderse la oportunidad de saborear el bollo más típico de esta tierra.

Para hacerse con un ochío había que ser rápido. Al menos así parece que lo debieron pensar muchos jiennenses que se dieron cita en la puerta de la catedral a la espera de que los bollos dulces estuvieran dispuestos sobre una mesa de varios metros, con forma de “J”. Desde 30 minutos antes de la hora de la convocatoria —las 17:00— niños, jóvenes y mayores ya hacían cola para no quedarse sin un ochío. Y nadie se quedo sin probarlos, porque las panaderías que forman parte de la asociación provincial habían preparado más de 3.000 piezas para todo el que se acercase. También los visitantes de la ciudad, que pasaban a contemplar la majestuosidad y la belleza de la Catedral y que terminaban por preguntar a los presentes por qué había una “J” de pan y azúcar en medio de la plaza. Cuando lo entendían, también pillaban su sitio y esperaban a que alguien diese el pistoletazo de salida para poder comer.
Cuando llegó la hora acordada para la cita, los cientos de jiennenses agolpados alrededor de los ochíos ya no podían aguantar más la tentación de ver brillar el azúcar del bollo y no poder meterle mano. Así, cuando dijeron “adelante”, un revuelto de manos ávidas de dulzura se lanzó a la conquista de los bollos. Los niños, sin duda, fueron los que más disfrutaron al poder hacer realidad su sueño de comer bollos hasta la saciedad sin que nadie les dijera basta, porque los padres y los abuelos que les acompañaron también estaban enfrascados en la tarea de hacer crujiente el suelo de la capital plagado de azúcar.
Durante más de una hora, la Plaza de Santa María, con el respaldo de la Catedral de Jaén, se convirtió en una sonrisa gigante, la que dibujaron en sus caras cada uno de los asistentes a la multitudinaria merienda de ochíos.