“Los jóvenes no se suman a las casas provinciales”
—¿Cuál ha sido el motivo que le ha llevado a presentar su dimisión como presidente de la Casa de Jaén en Córdoba?
—El motivo es que los estatutos señalan unos plazos de permanencia en el puesto y los había sobrepasado sobradamente. Hicimos dos convocatorias para modificar la junta directiva y no hubo candidatos. Tuvimos que insistir para convencer a algún otro socio. Es normal que uno se canse de una gestión. También los grupos necesitan renovarse y que entren personas con ideas nuevas y actualizadas. Los estatutos dicen que son tres años los que tiene que estar una junta directiva, pero no dicen que no se pueda repetir, y nosotros ya llevábamos siete años.
—¿Cree que tienen hoy sentido las casas provinciales?
—Son instituciones que no tienen demasiada vida social, en el sentido de que no son pujantes ni aumentan de socios, sino todo lo contrario. La gente joven no acaba de enganchar. No hay relevo. Para ello hay que trabajar mucho y esforzarse mucho. En una reunión de las diferentes casas se puso de manifiesto que estábamos todas mortecinas, excepto dos: la de Baracaldo (Bilbao), que la fundó un paisano de Torredelcampo, y la de Hijos de Bedmar en Barcelona.
—Quizá en el País Vasco y Barcelona haya más contraste con otras culturas. Ese contraste de Jaén no se da con Córdoba, ni Granada, ni Málaga.
—Claro. Estamos todas las casas en otras condiciones. Eso no quita que tengan sentido, porque lo tienen. Son un punto de referencia en el que un grupo de gente de Jaén se juntan para hablar de sus pueblos, de sus tradiciones o de su gastronomía. En el País Vasco o Cataluña contrasta porque allí las casas de Jaén pueden hacer un coro rociero, pero en Córdoba, Granada, Sevilla o Málaga hay decenas de coros rocieros.
—¿Cuántos socios son en la actualidad?
—Menos de 50. Unos 48 o 49. Pero empezamos 160 y no se han ido renovando. Es muy difícil.
—¿De qué se siente más orgulloso de su etapa al frente de la Casa de Jaén en Córdoba?
—No yo, sino el equipo de gobierno nos sentimos orgullosos de haberla mantenido. De haber sido capaces de conseguir que la llama de Jaén siguiese encendida. Nos planteamos que Jaén sonara en Córdoba fuera de los circuitos convencionales. Creo que acertamos en invitar a pueblos de la provincia de Jaén para que vinieran a Córdoba y que hicieran sus actividades para disfrute de los cordobeses. Vinieron los “cañones” de Bailén con banda de música, los calatravos de Alcaudete, Alcalá la Real, Torredonjimeno, el grupo Panaceite de Jaén... Fue una especie de hermanamiento Córdoba-Jaén. Nos sentimos orgullosos de ello.
—El motivo es que los estatutos señalan unos plazos de permanencia en el puesto y los había sobrepasado sobradamente. Hicimos dos convocatorias para modificar la junta directiva y no hubo candidatos. Tuvimos que insistir para convencer a algún otro socio. Es normal que uno se canse de una gestión. También los grupos necesitan renovarse y que entren personas con ideas nuevas y actualizadas. Los estatutos dicen que son tres años los que tiene que estar una junta directiva, pero no dicen que no se pueda repetir, y nosotros ya llevábamos siete años.
—Son instituciones que no tienen demasiada vida social, en el sentido de que no son pujantes ni aumentan de socios, sino todo lo contrario. La gente joven no acaba de enganchar. No hay relevo. Para ello hay que trabajar mucho y esforzarse mucho. En una reunión de las diferentes casas se puso de manifiesto que estábamos todas mortecinas, excepto dos: la de Baracaldo (Bilbao), que la fundó un paisano de Torredelcampo, y la de Hijos de Bedmar en Barcelona.
—Claro. Estamos todas las casas en otras condiciones. Eso no quita que tengan sentido, porque lo tienen. Son un punto de referencia en el que un grupo de gente de Jaén se juntan para hablar de sus pueblos, de sus tradiciones o de su gastronomía. En el País Vasco o Cataluña contrasta porque allí las casas de Jaén pueden hacer un coro rociero, pero en Córdoba, Granada, Sevilla o Málaga hay decenas de coros rocieros.
—Menos de 50. Unos 48 o 49. Pero empezamos 160 y no se han ido renovando. Es muy difícil.
—No yo, sino el equipo de gobierno nos sentimos orgullosos de haberla mantenido. De haber sido capaces de conseguir que la llama de Jaén siguiese encendida. Nos planteamos que Jaén sonara en Córdoba fuera de los circuitos convencionales. Creo que acertamos en invitar a pueblos de la provincia de Jaén para que vinieran a Córdoba y que hicieran sus actividades para disfrute de los cordobeses. Vinieron los “cañones” de Bailén con banda de música, los calatravos de Alcaudete, Alcalá la Real, Torredonjimeno, el grupo Panaceite de Jaén... Fue una especie de hermanamiento Córdoba-Jaén. Nos sentimos orgullosos de ello.
