Los indignados de "la dignidad" no descartan una huelga general

Y, después del 22-M, ¿qué? El debate que genera esta pregunta cuando se refiere a asuntos metafísicos desaparece en el caso de la marcha que, el sábado, llenó  Madrid de “indignados”. Los colectivos jiennenses que participaron en ella dicen que el movimiento no se licuará como el 15-M: Se “reorganizará” para “canalizar” el malestar social “hacia adelante”. 

25 mar 2014 / 23:00 H.

Advierte el sociólogo Felipe Morente, de la Universidad de Jaén: “Los procesos de cambio social e histórico no se dan de golpe. Nacen de expresiones colectivas de un malestar y actúan como los brotes que bullen en el agua antes de que esta comience a evaporarse”. Tres años después del movimiento 15-M, la Marcha por la Indignación fue otro de esos “brotes” que no han dejado de aflorar desde que comenzó la crisis y el país empezó a sumar parados, personas desahuciadas y recortes en derechos sociales. “Es propio de la situación que tenemos —comenta el experto—. [Los problemas] se están resolviendo de forma desigual. Estamos en niveles que sobrepasan los años 80. Es un retroceso, y responde a que las medidas se están tomando de forma injusta, beneficiando a las capas altas”. En el caso de Jaén, el descontento llenó casi una veintena de autobuses con destino a Madrid. Pero, ahora, ¿qué? La Marcha por la Dignidad ¿correrá la misma suerte del 15-M? “No lo creo”, responde el coordinador de CSA Jaén en Pie, Juan Manuel Díaz. “La gente está más concienciada. La crisis se ha agravado y hay que evitar que esto ese convierta en un movimiento superficial que, al final, harte a la gente. Hay que convertirlo en un movimiento político de masas”. “Las marchas” ya han regresado a sus territorios y, ahora, añade Díaz: “Toca comentar lo ocurrido y enfocarlo hacia adelante”. Para ello, CSA Jaén en Pie celebrará, “la semana que viene”, una asamblea, pero, en línea con el líder del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), Andrés Bódalo, y con las pretensiones de las coordinadoras estatal y andaluza del movimiento de la dignidad, avanza: “Una huelga general sería un primer paso para mostrar que tenemos fuerza para movilizarnos”. Según Bódalo, si se optara por esta opción y no por una manifestación “mucho más multitudinaria antes del verano”, la huelga “tendría que implicar también a los parados, a los movimientos sociales, vecinales y también a los políticos”. “Un movimiento abierto a todo el mundo con lo que implica la lucha de clases, porque —resalta— nuestro objetivo es derrumbar a este Gobierno y a los que desahucien a la gente de sus casas”. El “viento de libertad” que recorrió Grecia durante las Guerras Médicas contra Persia parece haber encontrado su reflejo en España. Y —estima Felipe Morente— los “brotes” en la superficie del agua en ebullición “continuarán, mientras se mantengan las contradicciones y la precaridedad generalizada, en términos de paro, de falta de horizonte de soluciones y de esperanza”.