Los guardianes del poder
Si, como dice Vlatko Vedral “la información es el fundamento sobre el que todo se construye” y lo único que puede explicar la energía y la materia y, por lo tanto, el origen del universo y los presuntos fraudes fiscales de la hija y el yerno del rey así como todas las tramas de falsificación documental que se tejen en el mundo, no es extraño que desde el origen de los tiempos las castas dominantes hayan vertido tanta sangre por poseer el poder de la información, que es lo mismo que han hecho las religiones para dominar al mundo: palabra de Dios.
Para ello han creado un blindaje armamentístico y un absoluto desarme social, que se corresponden con un gran despliegue de medios in-formativos y una profunda desinformación. ¿Cómo se entiende si no que las Fuerzas Armadas americanas, ellas solas, publiquen 140 periódicos a la semana y emitan 45.000 comunicados de prensa al año. El objetivo: permanecer como única realidad posible de ser vivida. Con la llegada de las democracias, las presuntas libertades de pensamiento y expresión —como si fueran cosas distintas— han sido reglamentadas —si sutilmente al principio, hoy ya a lo bestia— para que cada individuo esté convencido de que la realidad que se gesta en su cerebro e impulsa su comportamiento sea asumida por él como libre, individual e inquebrantable, repitiendo como propia, y con orgullo, la opinión transferida desde un poder que se ramifica en supuestas ideologías diversas -aparentemente opuestas entre sí- para de esa manera abarcar la totalidad del pensamiento y proteger su matriz por todos los flancos. No nos vayamos por las ramas, tienen nombres: “Marca”, “As”, “La Razón”, “El Mundo”, “La Vanguardia”, “El País”, etcétera. Sobre las entrañas de este último ha caído un fondo buitre conectado con el poder financiero internacional (Everis, Berggruen Holdings, Blackstone, “Hsbc”, Caixabank, Santander, “Man group”, Citi, Credit Suisse). ¿Su objetivo?: presionar al gobierno de Rajoy para que lleve a cabo de forma radical las reformas neoliberales. Pedro Jota, la otra atalaya, tras su forzada rendición —a consecuencia de las informaciones que tantas pupas han abierto en las sagradas instituciones— ha escrito un artículo en el New York Time en el que recuerda las palabras del presidente John Adams: “Las mandíbulas del poder están siempre abiertas para devorar, y su brazo está siempre extendido para, si es posible, destrozar la libertad de pensar, hablar y escribir”.
Guillermo Fernández Rojano es escritor