Los frascos perdidos de la esencia
Las redes sociales del Jaén virtual, esa provincia imaginaria del ciberespacio, huelen a cerveza. Mensajes con currados diseños que se consagran como virales, evocaciones fotográficas que refrescan la memoria, debates con posiciones enfrentadas, sesudas argumentaciones y hasta quienes reniegan de este “tsunami” cervecero. Una mecha encendida con la exclusiva del compañero Abolafia sobre el posible fin definitivo de El Alcázar.
La trascendencia del asunto va más allá del hecho en sí, porque la marca hace tiempo que quedó de forma residual. La clave está en que con estos adioses, cada vez más habituales, vamos dejando en el camino elementos que forman parte de nosotros mismos. La identidad de un pueblo está forjada, entre otras muchas cosas, también por sus marcas, sus tiendas, sus personajes populares… Y esa herida es la que pienso que tanto escuece a quienes cuelgan en los muros de hoy sus quejas y enfados. Ojalá hubiéramos sabido movilizarnos en nuestro pasado con igual énfasis ante todo aquello que hizo que esta ciudad haya perdido —y siga perdiendo— tantos frascos de su esencia.