Los embalses aguantan el tirón
Un mes de julio sin apenas lluvias y un agosto en el que, hasta ahora, han caído cuatro gotas que apenas han mojado el suelo no han servido para encender las alarmas.

La pertinaz ausencia de precipitaciones que sufre la provincia desde hace semanas ha mermado la capacidad de los embalses jiennenses, que se han dejado diez puntos en los últimos 30 días.
Actualmente, las reservas hidráulicas de la provincia están al 62,46 por ciento. Cuentan con 1.433 hectómetros cúbicos, cuando tienen una capacidad de almacenamiento de 2.294. Hace justo un mes, el porcentaje superaba el 72 por ciento. Hay que tener en cuenta que, durante este periodo, los pantanos han soltado agua para los regadíos de la cuenca del Guadalquivir. El Fresneda, el Encinarejo, La Fernandina, el Dañador, el Tranco, El Aguascebas, el Víboras, el Quiebrajano y la Bolera aliviaron para abastecer a los cultivos que tienen autorizadas concesiones por la Comisión de Desembalses. No hay que olvidar que, en el campo, el agua representa un gran tesoro que genera riqueza.
A pesar de ese “esfuerzo extra”, los pantanos están aguantando el tirón y tienen reservas que se sitúan por encima de la media para esta época del año. Y eso que este año 2015 está siendo especialmente seco, con precipitaciones muy por debajo de lo normal. La falta de lluvias ha sido más significativa aun en el invierno, cuando cayeron 85 litros por metro cuadrado desde que empezó la estación hasta la entrada de la primavera. Hay que remontarse al ejercicio 2011/2012 para encontrar una cifra tan baja.
La “buena salud” que presentan los embalses de la provincia se refleja, sobre todo, en dos de los “gigantes” jiennenses. El Tranco, que puede guardar casi 500 hectómetros cúbicos, está al 73 por ciento de su capacidad, y el Guadalmena, con capacidad para 346 hectómetros cúbicos, se sitúa en el 81. Ambos son fundamentales y determinantes para el devenir de toda la cuenca. En el extremo contrario está el Giribaile, que está tan solo al 45,37 por ciento.
Con esta situación, el último informe de sequía, emitido por la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir a principios de agosto, ponía de manifiesto que nueve de los once embalses de la provincia están en situación de “normalidad”. Esta calificación supone que estos pantanos cuentan con agua suficiente para garantizar el suministro humano durante los próximos tres años, así como las campañas de riego de 24 meses. Por su parte, el Rumblar está en situación de “prealerta”, mientras que el organismo de cuenca estima que el Dañador está en “alerta”. Es decir, si no lloviera, contarían con reservas para abastecer el consumo durante menos de dos años.
Los agricultores miran al cielo y piden agua para sus campos. El olivar está en una época clave. El fruto está formado y necesita precipitaciones para engordar y desarrollarse. De lo contrario, la cosecha podría mermar y mucho.