Los cuatro señalados por el infierno de dos hermanas

El 7 de julio de 2014, Benita Callejas no aguantó más. Ese día, esa joven, que entonces tenía 19 años, decidió poner fin al rosario de penalidades que era su vida. Salió corriendo de su casa, una vivienda de protección oficial en el peor barrio de Arquillos, en la que malvivía entre basuras con eso que llamaban familia.

04 sep 2015 / 09:57 H.

Se escapó para refugiarse en casa de un vecino, donde permaneció escondida durante cuatro días. Su huida tuvo un motivo: presuntamente, Benita y su hermana Isabel habían sufrido los malos tratos y las violaciones de su padrastro, Pedro Antonio F. O. Unos episodios de violencia sexual consentidos e, incluso alentados por su propia madre, María del Carmen O. E. La progenitora, además, obligaba a que su hija se prostituyera con ancianos del pueblo. La pareja fue detenida y estuvo en prisión preventiva durante casi nueve meses. Salieron en libertad a finales del pasado mes de marzo.
Pedro Antonio y María del Carmen son los principales implicados en un caso que conmocionó a la opinión pública nacional. El juez Antonio José Delgado Sánchez, de Instrucción 2 de La Carolina, acaba de dictar contra ellos un demoledor auto de procesamiento. Junto a la madre y al padrastro, también se sentarán en el banquillo de los acusados dos personas más: un vecino octogenario que, presuntamente, también violó a Benita en numerosas ocasiones, y un primo de Pedro Antonio que, según los indicios, abusó de la otra hermana en una ocasión.
El relato de hechos que realiza su señoría es escalofriante. Habla de malos tratos perpetrados por la pareja hacia Benita e Isabel “cada dos o tres días desde hace años, prácticamente desde que las jóvenes tienen uso de razón”. Relata palizas y agresiones con gomas de mangueras, botellas, cinturones o palos de fregona, así como insultos y amenazas de muerte.
El auto de procesamiento también recoge que “resultaba frecuente” que la madre y el padrastro mantuvieran relaciones sexuales completas delante de sus hijos —tres de ellos eran menores de edad— y que Pedro Antonio anduviera desnudo por la casa y le hiciera fotos a su hijastra Benita cuando ella estaba desnuda.
Sin embargo, el padrastro “fue más allá”. El juez describe en su escrito que comenzó a realizar tocamientos a la joven “cuando era menor de edad, antes de que empezara a tener la menstruación”. Episodios de violencia sexual que, presuntamente, se cometían tanto en la vivienda familiar como en una parcela que tenían en la carretera del Porrosillo. Allí, según el relato de Benita, obligaba a su hijastra a ver películas pornográficas y, a continuación, “las escenificaban”.
“Estos actos se cometían con el total conocimiento y anuencia de María del Carmen”, recoge el magistrado en su auto: “Benita manifiesta que fue su madre quien le enseñó cómo debía tocar a Pedro Antonio en sus partes”, añade. Incluso, alentaba a su pareja a mantener relaciones sexuales con sus hijas: “Para eso estamos tres mujeres en casa”, es una frase que su señoría le atribuye a la progenitora.
El auto de procesamiento establece que hay indicios razonables de que esos abusos y agresiones sexuales se producían “dos o tres veces por semana desde cinco o seis años antes”. La última vez que su padrastro, presuntamente, abusó de Benita fue apenas dos semanas antes de fugarse. Al parecer, la progenitora también obligaba a la joven a que se prostituyera e, incluso, le pegaba si se negaba a mantener las relaciones. Ha trascendido el nombre de tres clientes que llegaban a pagar hasta 200 euros. Dos de ellos ya fallecieron. El tercero es Santiago L. C. Este octogenario también está acusado de violar a Benita “con frecuencia”. En concreto, el auto explica que abordó a la joven en varias ocasiones cuando se dirigía a la parcela familiar y la obligó a realizar actos sexuales en contra de su voluntad.
El juez entiende que hay suficientes indicios para que los cuatro procesados se sienten en el banquillo. El principal es la declaración de Benita: “Es coherente, sin incurrir en contradicciones y manteniendo, con una asombrosa firmeza, la misma versión de los hechos desde el inicio de la causa”. También recuerda su señoría que ese testimonio aparece reforzado por los informes forenses, que constatan “las lesiones sufridas el día de la huida, las agresiones sexuales y físicas infligidas y la habitualidad del maltrato”. Igualmente, hay una carta, escrita por Isabel, en la que relataba el infierno de vida que llevaban las dos hermanas. Una misiva que está incluida en las actuaciones.
El pasado martes, el Juzgado de La Carolina notificó los cargos a los cuatro procesados. La lista de delitos es larguísima. Al padrastro y a la madre les imputa malos tratos, amenazas, agresiones sexuales continuadas, abusos, exhibicionismo, exhibición de material pornográfico e inducción a la prostitución. Ahora, las partes deben presentar los escritos de acusación, con peticiones que pueden superar los 35 años de cárcel para cada uno de los progenitores. El juicio se prevé para dentro de unos meses.