LOLA TORRES FERNÁNDEZ: "Dejé de trabajar para disfrutar de la infancia de mis hijas”

JUANA PASTOR RAMA
Hace poco más de medio siglo Lola Torres Fernández nace en Jaén —por accidente dice— aunque sus raíces están en Pegalajar, pueblo enclavado en el entorno de Sierra Mágina. Recuerda con nostalgia sus años de infancia rodeada de trapos y muñecas, el cariño de su abuelo materno, la sensación de seguridad que le daba y, seguro reflejados en el agua de La Charca, los muchos sueños que más tarde se harían realidad.

    17 ene 2009 / 23:00 H.

    Llegó a Jaén con 15 años, estudió en el instituto Santa Catalina y lo dejó para ver cumplida su mayor ilusión: trabajar.
    —¿Le resultó difícil encontrar su primer trabajo en Jaén?
    —No. Me enteré de que la empresa Coosur estaba abriendo tiendas en Jaén y me presenté, superé la entrevista y me contrataron fija desde el principio. Entré en la empresa con 18 años y permanecí allí otros diez. Recuerdo que mis vacaciones las disfrutaba ayudando a mis padres en la recolección de la aceituna.
    —¿Qué dificultad encontró para desarrollar su labor en esta empresa?
    —Ninguna, puesto que mi aspiración era trabajar y a eo me entregué en cuerpo y alma. Desempeñé distintas funciones, aunque donde mejor me concentraba era en el contacto directo con el público.
    —Es buena comunicadora y comprensiva al máximo con las dependientas de supermercados, ¿por qué?
    —Sé lo que es estar de cara al público muchas horas seguidas y conseguir que, al final de la jornada, cuadren las cuentas. No obstante, para todos y cada uno de los clientes, siempre procuré tener una palabra amable. Desde el primer día, me sentí valorada y creo que puse todo cuanto pude de mi parte. Lo que es cierto es que tuve clientes que era todo un lujo atenderlos. El trato era más personal que ahora, formábamos una familia por lo que intercambiábamos penas y alegrías en nuestras conversaciones.
    —¿Qué etapa destacaría de esta época?
    —Hace ya muchos años, el día después de la muerte de Franco, la madre de un conocido cirujano entró en la tienda vestida de luto. Cuando la vi, le pregunté que quién se le había muerto y, muy enérgica, me contestó: “¿Le parece poco quien hamue  o?” Me quedé sin habla y me dije a mí misma: “Lola, esto te pasa por querer quedar bien”.
    —Después de esta empresa, ¿no trabajó en alguna otra?
    —Tuve varias ofertas de trabajo, pero decidí rechazarlas para dedicarme más a mi familia: mi marido, Virgilio Moreno, que era funcionario, y mis dos hijas, Inmaculada y Laura. Ellos son mi razón de vivir. No quise perderme más tiempo de su infancia y sí disfrutar juntos de la ternura de aquellos maravillosos años.
    -¿Su trabajo en la empresa fue valorado  cómo ama de casa también?
    —En la actualidad, después de vivir más de medio siglo, me dedico a lo que másme gusta y tengo mi titulación adquirida, minuto a minuto y día a día, entre alegrías y tristezas, aciertos y desaciertos, pues de todo hay en la viña del Señor. Llevo a gala poder decir que soy directora técnica de mi hogar con máster en economía concedido por el personal que conforma el ámbito familiar.
    —Además de llevar la “dirección técnica” de su hogar, ¿qué otras actividades realiza en su tiempo libre?
    —Aprendí  corte y confección y comencé cosiendo ropa para mis niñas, puesme hacía sentir bien. Después, seguí con ropa de hogar que me permitía mucha creatividad, sobre todo en dormitorios y prendas infantiles. Más tarde, se me ocurrió la idea de coser en compañía y formé un grupo para hacerlo una tarde a la semana. Como no disponíamos de local, se lo propusimos a la cofradía de la Amargura y nos cedieron su sede, donde ya llevamos tres años. Hemos evolucionado mucho, puesto que comenzamos con arreglos para pasar a ropa de bebé, disfraces, ropa de hogar y, por fin, nuestro gran sueño: vestir muñecas de porcelana con trajes típicos de nuestra zona, de pastira, serrana, flamenca y, la última creación, aceitunera. Nos convertimos hace, aproximadamente, un año en una asociación llamada “Pasión por 389 alfileres”. La componemos diez personas.
    —¿Por qué ese nombre?
    —En honor de la Virgen de la Amargura, que llevaba esos alfileres la primera vez que procesionó en nuestra ciudad.
    —Es costurera por vocación, le encanta comprar  elas y aconsejar a quien las compra, pues reconoce ejercer influencia en la decisión del comprador. Todavía no descarta trabajar en comercios, sobre todo en los dedicados a trajes de novia. ¿Un sueño por cumplir?
    —Poder pasar unos días en el taller de los diseñadores sevillanos Vittorio y Luchino para disfrutar de su buen hacer en el mundo de la alta costura y la moda y la gracia de sus volantes.
    —Con su nombre, ¿no la han relacionado alguna vez con el personaje que fue historia viva del folclore de esta tierra?
    —Por supuesto, y tengo más de una anécdota. Es para mí un privilegio coincidir en nombre y apellido con un personaje de esta categoría. Llamándome así, no tuvemás remedio que aprender algo de baile. “Me siento jaenera” por los cuatro costados.
    —¿Jaenera o jiennense?
    —¡Jaenera! Me parece más cercano.
    —A propósito de su sentimiento “jaenero”, ¿con qué fiesta de la capital se siente más identificada?
    —Sin lugar a dudas, las de junio que celebramos en honor de nuestra patrona, la Santísima Virgen de la C  illa. Pienso que esas son “Las Fiestas” para Jaén y, especialmente, para quienes hemos vivido en ese entorno de San Ildefonso. Cuando me vine a Jaén nos instalamos en la calle Tablerón y me impresionaba escuchar el repique de campanas de esta iglesia con el rezo del Ángelus y el canto del himno a nuestra patrona. San Ildefonso conserva un sabor especial y podemos comprobarlo cada año en sus fiestas. Nos embarga la emoción al presenciar el desfile de pastiras desde Coca de Piñera hasta la plaza de este barrio, para ofrecer a la Virgen todo nuestro amor depositado en unas flores. En ese desfile, encuentra su sitio nuestro traje típico de pastira y chirri, por el que nuestra asociación tanto ha hecho y sigue trabajando.
    —También está la Feria de octubre y la tradición de las lumbres y la carrera de San Antón.
    —Todas son importantes, tienen su encanto y encuentran su público; aunque por las fechas es bonito reunirnos en torno a las lumbres por el ambiente que se genera junto con La Carrera, dando lugar a la conv  encia de varias cofradías, además de las asociaciones de vecinos que, tradicionalmente, fueron pioneras para juntos disfrutar de un puñado de rosetas, un buen vino y escuchar el sonido de los melenchones, siempre bailados al ritmo preciso y precioso de una asociación señera de Jaén, que me honra coincidir en nombre.
    —Por último, ¿tiene otras aficiones?
    —Me gusta estar al día de todo lo que sucede. Así que escucho las tertulias radiofónicas, leer, las películas en el cine y, sobre todo, comunicarme con la gente.