Loas, salves y claveles para ensalzar a la Alcaldesa Mayor
Aunque la jornada feriada puso a numerosos jiennenses en la carretera, rumbo a otros destinos, para disfrutar de un puente de cuatro días nada despreciable, circular ayer por algunas de las exiguas calles del céntrico barrio de San Ildefonso era, como cada año con motivo de la Feria Chica, un ejercicio de paciencia. La celebración de la onomástica de la Virgen de la Capilla, patrona principal de la capital, condujo a decenas de personas hasta San Ildefonso en una peregrinación que registró sus puntos álgidos, por la mañana, con la Misa de Cabildos presidida por el obispo de Jaén, Ramón del Hoyo, y la posterior ofrenda floral, que coloreó una jornada que amaneció plomiza, y, ya por la tarde, con una magna procesión que, este año, alteró su acostumbrado recorrido.

Las banderas rojigualdas vistiendo los balcones de la zona, los lunares salerosos de los trajes de faralaes que lucían niñas y mujeres, el desfile de caballos que siempre despierta la expectación y, por supuesto, la tradicional presencia de los chirris y pastiras de la asociación Lola Torres se conjugaron, un año más, en San Ildefonso, para realzar una Feria Chica, que, en el apartado de cultos, no estuvo exenta de novedades. A la modificación del itinerario procesional se sumó, por la mañana, la Fiesta Votiva de los Cabildos, con una misa compuesta expresamente para la ocasión por el organista de la Basílica de Nuestra Señora de la Cabeza de Andújar, Álvaro Flores. Fue un “regalo” del musicólogo a la patrona de la ciudad que se sometió, previamente, al dictado de expertos y de los integrantes de la junta directiva de la cofradía y que, en la puesta de largo de la partitura, recogió las alabanzas de los asistentes a la eucaristía. Y eso que —como se quejó el hermano mayor de la cofradía, Enrique Caro—: “Por circunstancias ajenas al coro y a la junta directiva [de la hermandad] se eliminaron piezas importantes y no pudo interpretarse completa”.
Dos horas después y con una puntualidad británica, a la una de la tarde, los chirris de “Lola Torres” comenzaron a colocar en la fachada de la Basílica Menor de San Ildefonso, concretamente en la estructura instalada junto a los azulejos que tienen dibujada la imagen de la Virgen de la Capilla, los ramos de claveles, margaritas o rosas que entregaban los devotos a modo de agradecimiento hacia la Alcaldesa Mayor o de ruego, como Pepi Aceituno, que confesó que llevaba flores para “pedirle” por su hija, que estaba de “revisión médica y ¡ojalá salga todo bien!”.
Sin dejar los alrededores de la plaza, la mayor parte de sus establecimientos hosteleros se llenaron de ciudadanos con ganas de pasar un buena jornada de convivencia con amigos y familiares hasta que, a las ocho de la tarde, con un cielo abierto y sin el atisbo de tormentas que vaticinaba, en principio, la Agencia Estatal de Meteorología, la imagen de la Virgen de la Capilla cruzó el umbral de la Basílica de San Ildefonso bajo pétalos de rosa y con las llaves de la ciudad.
En esta ocasión, la venerada patrona lució el conocido como “manto azul de los niños de Jaén” y la agrupación que puso música y abrió el cortejo procesional fue la Banda de Cornetas y Tambores del Santísimo Cristo de la Expiración, que celebra su vigésimo aniversario. Como cada año, además de las autoridades eclesiásticas, también participaron en el desfile diferentes miembros del equipo de Gobierno local en funciones, con el alcalde, José Enrique Fernández de Moya, a la cabeza.