Lo sucedido en Alemania como reflexión continua para todos
Alemania está de luto y, además, consternada, no sale de su asombro por lo ocurrido en un pequeño pueblo, donde un antiguo estudiante de un colegio mató a quince compañeros y luego se suicidó. Hay que reflexioanr permanentemente sobre este tipo de cosas, primero porque nos extraña sobremanera que ocurra en la vieja Europa, no acostumbrada a hechos sangrientos de este tipo, por contra de Estados Unidos, donde la permisisividad para portar armas es casi total.
El asesino y sucicida usó una de las armas de su padre, que se contabilizaban por docenas en la casa familiar y según han dado a conocer las autoridades alemanas, había anunciado a través de internet que “algo gordo” iba a hacer. Nadie jamás podría imaginarse que un muchacho apocado y que siempre estaba solo pudiese llegar a ser el origen de una tragedia de este tipo.
La segunda reflexión que debemos hacer es en qué mundo vivimos, qué valores estamos inculcando a los jóvenes de hoy y, sobre todo, en qué estamos fallando para que lamentemos dramas de este tipo. Desde luego que hay crisis en valores y que la abundancia y el lujo nos llevan a la escasez de sacrificio en las generaciones del futuro, que han visto cómo sin hacer prácticamente esfuerzo tenían innumerables cosas materiales a su alcance. Los padres hemos olvidado nuestro papel y quizá los hayamos aparcado en la escuela, al “mando” del maestro, sin que, por otra parte, a los profesionales de la educación los hayamos arropado cuando entre ellos y nuestros hijos ha surgido un conflicto. Por tanto, han perdido su autoridad y en innumerables ocasiones el respeto del alumnado con el consentimiento desconcertante de la sociedad. Hechos como los de Alemania no se pueden predecir y si el caso que nos ocupa fuese una enajenación mental tampoco debemos olvidarnos que todos como padres podemos hacer algo más de lo que ahora estamos haciendo por nuestros hijos.