Lo que puede pasar

El apostar por Jaén, puede que sea jugar siempre de farol, pero creo que merecen la pena los riesgos y aquellos que ponen el rostro y algo de bolsillo. Chulear sin engañar, sin menospreciar, puede ser una actitud que beneficie a esta tierra que vamos haciendo todos.  El gesto mínimo, la iniciativa más aventurada o peregrina resultará sin duda un aliño que condimente cualquier ilusión. Toda voz, toda propuesta, llenará con sustancia primordial los cuencos que tenemos para almacenar el agua que refresca la mirada, las alforjas que cuesta llevar pero que nos procuran el alimento que nos identifica. En definitiva, cualquier paso que nos aleje de tantos matices en blanco y negro que tuvo y aún tiene Jaén. El color, por ejemplo, en los papeles que leemos en el desayuno, en el butacón, o en el gratificante retrete, no solo es otra alternativa atrayente sino un impulso para vernos de otra manera. Este periódico donde me dejan decir, sigue apostando, menos mal. Hay que tener mucha fortaleza y bastante cariño por las mujeres y los hombres del olivo para seguir siguiendo. Es cierto, porque ya nos conocemos, que hemos arrastrado mucha mediocridad, desde el funcionario hasta el cortijero, desde el juez hasta la costurera, pero también es verdad que nos mordemos muchas injusticas, y que callamos mucho mas de lo necesario. “Única Jaén”, la Feria de los Pueblos, La Catedral, El Casco Antiguo y el Bulevar, El Conservatorio y su gran Premio de Piano, Linares y el ajedrez, Las Sierras tan bonitas que abrazan nuestros pueblos, El Real Jaén que tiene todavía juventud y se resiste a que lo pongan en las esquelas, y tantas cosas que nos dan los que quieren, o aquellos que se creen los cuentos y las fantasías, o que la naturaleza nos ha donado sin ningún tipo de comisión. No se trata de hacer un nacionalismo barato de patria chica, tampoco vamos a eludir nuestras torpezas que ya sabemos que son muchas, lo mejor seria reconocerse el mal olor de nuestras tristezas y el perfume que tienen las esperanzas.