Lo que era Jaén

Uno no se da cuenta de lo que tiene hasta que lo pierde. Repetida frase, pero sabia y cierta. El otro día paseaba por las calles de la ciudad y pensaba en la evolución que había pegado a lo largo de los años.

    27 jul 2014 / 22:00 H.

    Intentaba cerrar los ojos e imaginarme allí mismo, pero 50 años atrás. La verdad es que era imposible, el ruido de los coches no me dejaba concentrarme y cuando volvía a abrirlos me quedaba desconcertado. Si intentaba volver a recordar esos tiempos, me resultaba difícil. Será porque tengo ya mis buenos años cumplidos, pero cada día sueño con volver a despertar en la calle sin ruidos, sin zonas deterioradas por un mal uso, y sin contaminación innecesaria y sin todas esas cosas que puedan dañar la imagen de una ciudad y el bienestar de los ciudadanos. Pero, realmente, toda esta crítica a mi ciudad la digo ahora recién llegado de Madrid, donde sí que es verdad que el que quiere tranquilidad tiene que emigrar al campo. Quizá esté solo desfogando mi ira, que Jaén es como es y aunque no sea como yo recuerdo, tiene ese encanto que lo hace único. Es la ciudad en la que puedes ir a todos sitios andando y no tardas más de 20 minutos en llegar al trabajo. Para mí, eso es nivel de vida.


    Francisco Lomas Frías / Jaén