Lo he visto tantas veces
Cada vez que leo, veo, oigo a alguien hablando de la culpabilidad de los padres en este desastre educativo que nos rodea, me irrito. Debe de ser pura autodefensa. Claro que nos hemos equivocado.
Ninguno tuvo a mano el manual de instrucciones. Sí, no hemos sabido decir no muchas veces y nuestras jornadas laborales han podido propiciar una falta de atención. Somos un factor entre muchos, pero factor a la postre. Lo que sigue lo escribí hace algún tiempo. Sigue vigente. /Los he visto tantas veces./Al dictado de un concierto./ Al dictado de unos litros./ Al dictado de alguna desvaída convocatoria./ Acuden en manadas./ Ríos humanos./ A la vez solos y en rebaño./ La revuelta, el desafío, son su antítesis./ No esperan nada de nada ni de nadie./ Ni de ellos mismos./ Solo acuden, por miles, a las grandes celebraciones del soma a las que son convocados. Tan jóvenes, tan desolados./ Tras las varias generaciones perdidas./ He aquí la generación huera./ No parecen felices ni infelices./ No parecen desear nada con pasión./ Insisto. Solo acuden./ A la música./ Al sexo./ Al trabajo/ (en algunos casos..) No es que hayan olvidado./ Nadie les transmitió la memoria de algo digno de ser recordado./ Tampoco saben qué han perdido. Qué podrían conseguir./ No hablo de sueños truncados./ Solo hablo de inapetencia./ Les alimentamos, los cuidamos./ Tratamos de evitarles el mínimo dolor./ A estas alturas, no sé qué dolor les hayamos podido ahorrar./ Si acaso, el dolor de sentir./ ¡Un tanto para todos nosotros!
Manuela Espigares, periodista