Lo dulce y grotesco de la ópera napolitana
Nuria Fernández/Jaén
La representación de Ángeles y demonios, la función en la que I turchini di Antonio Florio realiza una pequeña muestra de la ópera napolitana del siglo XVIII, llenó el patio de butacas del auditorio del Hospital de Santiago en el primer espectáculo operístico del festival.Nápoles fue el centró del espectáculo de I turchini di Antonio Florio, dirigido por él mismo, y el escenario de la primera propuesta operística de la programación de 2013 del Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda.

La representación de Ángeles y demonios, la función en la que I turchini di Antonio Florio realiza una pequeña muestra de la ópera napolitana del siglo XVIII, llenó el patio de butacas del auditorio del Hospital de Santiago en el primer espectáculo operístico del festival.Nápoles fue el centró del espectáculo de I turchini di Antonio Florio, dirigido por él mismo, y el escenario de la primera propuesta operística de la programación de 2013 del Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda.
El municipio italiano, capital de la ópera durante el siglo XVIII, fue el eje del espectáculo Ángeles y demonios, una pequeña pero cuidada recopilación de la ópera bufa y seria en los teatros napolitanos durante el sigloXVIII.Acompañados casi en exclusiva con un grupo extraordinario de músicos de cuerda, solo dos cantantes, el tenor Giuseppe De Vittoria y la soprano Valentina Varriale, asumieron el peso de contar la multitud de historias barrocas recogidas en un programa escogido con mucho gusto, capaz de llamar la atención hasta de los espectadores menos habituados a la ópera o la lírica. Una tarantela a dos voces de la obra La Cilla, de Michelangelo Faggioli, abrió la función, que siguió con una sinfonía de Patenope, de Leonardo Vinci. Más información en nuestra edición impresa.