Llegó el verano

Un pensamiento me manda hacer Ana María y nunca, en tarde alguna, las llamas solares me pusieron en aprieto tal y parecido. ¿Además de los más de cuarenta a la sombra he de mezclar y recurrir a eso que antes se llamaba política? ¡Ni se te ocurra, buen hermano! Escuché una más que dulce voz tras el débil receptáculo de mi escaso intelecto.

    28 jun 2012 / 15:14 H.

    Sería tu suicidio. ¡Romperías tu maravilloso exilio y sufrirías como los demás! ¿Dime la vuelta o fue ella quién delante de mí apareció? No lo sé. Tan solo que los más bellos ojos negros bajo un dosel imperial del más negro y perfecto pelo, si decir nada, con tan solo la fuerza que los dioses le concedieron en belleza me animó: ¡Anda y escribe algo que no sea lo que siempre esperamos de ti.! Y no me salí del exilio, en él continuo y me doy cuenta, mientras la sudor me envuelve, que estamos en este que me gusta llamar teatro y en el que apenas somos conscientes de ello. Vamos, deambulando, a veces contemplando, a veces sintiendo, unas gozando, otras penando y las más y peores simplemente vegetando, la vida. Y vemos como las noches mueren bajo la luz del día. ¿O son los días los que fenecen ante la belleza de la noche y su especial y único encanto, de su luna, del tapiz de sus estrellas, del olor de su azahar y de sus ruidos de intensa vida de amor? Pasan y pasan y al par se suceden las estaciones, ese tal vez especial invento en que, merced a que nuestro cuerpo sienta más o menos frío, artificialmente dividimos el no menos artificio de los años. Vivamos el verano. ¡Gracias Vero!
    Escritor Félix Martínez