Llegó el gran día

Podemos consiguió el domingo más de lo que su líder soñó nunca en sus mejores mítines. Con cinco escaños en sus primeras elecciones, y después de tan solo cuatro meses de historia, la formación púrpura se hizo hueco en Europa. Hoy no, pero dentro de poco tiempo, después de que haya pasado por completo la resaca postelectoral, Pablo Iglesias debería pararse a pensar si tiene o no que seguir como la cabeza visible de una formación que ha conseguido agrupar gran parte del descontento social del país. Es indudable que le ha venido bien, pero de aquí en adelante puede ser más el perjuicio que le cause su melena que los beneficios. A pesar de sus buenas intenciones y su palabrería, Iglesias debe ser cauto y, si el tiempo me da la razón, comprobará que su inconmensurable imagen de líder terminará por comerse la buena fe de la formación. Además, igualmente importante es que dé un paso atrás para dar uno al frente unido a otras formaciones de izquierdas. En este momento que es tan evidente un descalabro tanto de PP como de PSOE, no deben aparecer en escena la demagogia y el oportunismo, sino los movimientos que surgen de la calle y solo van hacia la calle, porque es aquí donde están los problemas y, lo mejor, también las soluciones. Y ya se sabe que en la unión está la fuerza.

    26 may 2014 / 22:00 H.