Llega el momento decisivo en la guerra contra los talibanes

Después de ocho años de guerra con desiguales resultados y sin que los talibanes pierdan del todo el control de ciertas zonas de influencia en Afganistán, la OTAN comandada por EE UU da en esta semana un golpe que pretende ser definitivo para fijar una futura negociación con las mermadas tropas talibanes. Un último esfuerzo militar auspiciado por Barack Obama para desatascar una guerra que amenaza con eternizarse con el coste personal y económico que ello supone.

    15 feb 2010 / 15:09 H.

    Con la mayor movilización de tropas desde el comienzo de la contienda se pretende debilitar los puestos estratégicos de los talibanes, en una lucha cuerpo a cuerpo que mine sus esperanzas de restablecer su poder. Hasta ahora la estrategia de sólo defender al Gobierno se ha demostrado insuficiente para contrarrestar el ataque de guerrilla de los talibanes. Además hacerse con el control de regiones como Marjah supone en la práctica frenar el suculento tráfico de opio con el que se financia en parte su guerra. La acción es fundamental porque en un horizonte cada vez más cercano las tropas internacionales se retirarán y el Ejército afgano tendrá que hacer frente en solitario a esta amenaza terrorista. Los plazos, por lo tanto, se acortan y es el momento de debilitar a un enemigo acostumbrado a golpear siempre primero. De los resultados de esta acción militar dependerá la frágil estabilidad futura de un país que en su historia reciente siempre ha estado ocupado. El esfuerzo internacional está más que justificado porque no se puede abandonar a su suerte a una población que, de forma mayoritaria, no está con los talibanes, y que está cansada de vivir bajo su régimen de terror. De igual manera, desde un punto de vista estratégico un país como Afganistán no puede estar gobernado por la lógica de     la guerra santa de unos talibanes     dispuestos a acabar con EE UU  y con el resto de Occidente.