Lección de calidad humana y profesional
Jesús Villar Molina/Desde Jaén. El miércoles pasado murió mi nieta Jimena, de año y medio de edad, a consecuencia de un tumor, que desde su diagnostico, presagiaba este triste desenlace. Durante varios meses ha sido atendida, en el Centro Materno-Infantil del Hospital Universitario de Jaén, en el servicio de Pediatría por la sección de Oncología pediátrica.
El tiempo que mi nieta ha estado hospitalizada, todos los familiares hemos podido comprobar el alto grado de cualificación de los profesionales que componen este servicio y, sobre todo, la calidad humana, de cada uno de sus componentes: jefe del servicio, médicos adjuntos de oncología pediátrica, psicólogos, enfermeras, auxiliares, etcétera. Son muchos los días pasados en el hospital, en circunstancias muy dolorosas y sin esperanza de curación, por las características tan agresivas del proceso tumoral y su nula respuesta terapéutica. Sin embargo, en todo momento hemos tenido el apoyo de todos y en especial de adjuntos de oncología pediátrica y de las personas que trabajan en la planta tercera del citado Centro Materno-Infantil, dándonos el calor humano tan necesario en aquellas circunstancias. A veces se habla de la deshumanización de la sanidad, por eso queremos resaltar las cualidades humanas y la profesionalidad de todos cuantos han intervenido en el proceso de mi nieta.
Por todo esto queremos expresar, con esta carta pública, nuestro agradecimiento a todos los componentes de este servicio y en especial a los que más directamente han vivido el proceso de la enfermedad.