LAURA PÉREZ FONTECHA. "Me atrajo la creatividad que requiere la platería"

Conchi Sánchez
La vocación artística y empresarial de esta mujer surgió cuando era una niña. Cuenta que, en casa, siempre se vivió un ambiente creativo y artístico y fueron sus padres los que lo fomentaron, tanto en ella como en sus hermanas, Marta y Alba. En cuanto a su vena empresarial, ya dice que solía montar un chiringuito de venta de chucherías en la puerta del chalet donde pasaban las vacaciones con sus abuelos. Para Laura, la familia es primordial en su vida. En su infancia ocupan un lugar importante sus abuelos y sus tíos, que la cuidaron y mimaron, pues sus padres trabajaban. A lo largo de su vida, ha vivido en distintas zonas de Jaén, bien por el trabajo de sus padres o por circunstancias familiares, hasta que se establecen definitivamente en una urbanización de las afueras de la ciudad.

    24 oct 2010 / 10:51 H.

    —¿Orfebre o platera?
    —No hay apenas diferencia entre ambas. Orfebre viene del francés y platera de nuestro castellano. Sí es cierto que, en lenguaje coloquial, entendemos por orfebre los trabajos realizados en metal, tipo piezas religiosas. El uso de platera se generaliza más, entendiendo el trabajo de la plata. Yo me decanto por esta última acepción.
    —¿Dónde se forma en esta profesión o arte de la platería?
    —Estudié en la Escuela de Arte de Granada. Allí asistí a las clases de Dibujo Técnico y Artístico, Historia del Arte, Escultura, Vaciado y Taller, entre otros. Obtuve muy buena nota y conseguí el título de Técnico en procedimientos de platería, orfebrería y joyería. Además tuve la gran experiencia de vivir como estudiante en Granada y conocer a gente que han marcado mi vida para siempre, profesional y personalmente.
    —¿Cuáles fueron los motivos que le llevaron a elegir la profesión de platera?
    —La creatividad que requiere este oficio es lo primero que me llamó la atención, a la vez que la sensación de sentirme cualificada para ello. Así pues, la idea de formarme para un trabajo artesanal y el tratar directamente con las personas se convirtió en mi principal objetivo. Cuando visitábamos el Museo, admiraba las piezas romanas e iberas y despertaban mi curiosidad por cómo lo hacían a mano e, incluso, me imaginaba que yo creaba esas piezas.
    —Montar un taller en los momentos actuales es una empresa arriesgada. ¿Qué apoyos encontró?
    —Sin familia dedicada a ello, más arriesgada aún. En primer lugar, tuve el apoyo de mi familia y del que ahora es mi marido, tanto económicamente como atendiendo en la tienda, ayudando en el taller y animándome en los momentos difíciles. Ellos siempre están ahí. Por parte de la Junta de Andalucía he recibido alguna subvención. Me considero una afortunada en este sentido por estar tan respaldada por tanta gente, amigos, clientes y familiares.
    —¿Realiza en su taller la fabricación completa del género o sólo algunas especialidades?
    —Salvo excepciones, en las que los trabajos precisan del proceso de fundición, realizo la fabricación completa. Invierto bastante en maquinaría con el fin de que ninguna pieza requiera salir del taller. Este año, por ejemplo, he adquirido el equipo necesario para dar baños de plata, oro y rodio.
    —¿Trabaja el oro y la plata?
    —Sí, además de otros metales, como latón y alpaca, aunque siento especial predilección por la plata. Personalmente, me gusta trabajarla y considero, por sus características, que este metal combina perfectamente con otros materiales, como gemas y cueros, y es apta para todo tipo de clientes.
    —Las nuevas tecnologías ya están formando parte de la joyería. ¿Qué tienen de positivo desde su punto de vista?
    —Amplían las posibilidades de los diseños, satisfacen las necesidades de mis clientes y, cómo no, reducen el tiempo de fabricación.
    —¿Y de negativo?
    —Hacen que se degrade el trabajo artesanal.
    —¿Qué tipos de trabajo realiza normalmente en su taller?
    —Hago todo tipo de arreglos y diseños. Actualmente, hay mucha demanda del trabajo de fundición, que consiste en derretir joyas antiguas de plata y reconvertir en una nueva joya con un diseño moderno, ya que para la persona que lo pide, esos objetos podrían tener un valor sentimental y es una forma de conservarlos.
    —En una joya, ¿qué importancia tiene el diseño?
    —Una importancia máxima. El diseño es el comienzo de la joya, donde la empezamos a crear. Sea de uno u otro estilo, a partir del diseño inicial, vamos modificando en el taller, hacemos pruebas, y, en ocasiones, te decantas por opciones que hacen que no se parezca en nada al diseño inicial.
    —¿Qué elementos tiene en cuenta a la hora de diseñar una joya?
    —Si es por encargo, lo primero que debe tenerse en cuenta es la persona a la que va destinada, su carácter, sus gustos y su edad; además de la utilidad que le van a dar, si es para ocasiones especiales, para novios... Personalmente, me gustan los diseños de piezas en las que combinan las piedras semipreciosas y el metal. La mezcla de ambos materiales resulta tan bonita como divertida. Este invierno las perlas y el oro rosa son mis materiales favoritos.
    —¿Las gemas o piedras preciosas son decisivas en los diseños?
    —Sí, a la hora de diseñar unos pendientes, por ejemplo, si es sólo metal, podemos utilizar cualquier tipo de cierre, ya sea omega, de tuerca, pellizco o gancho. Si lleva piedras, el diseño puede variar en función del tipo de cierre que queramos adaptar y tenemos que tener en cuenta ambas características.
    —¿Cuáles son las gemas más utilizadas?
    —Las ágatas, las amatistas, los cristales, los azabaches y las esmeraldas. A mí me encanta utilizarlas y eso se refleja en mi trabajo. Dedico parte del tiempo a formarme en cuanto a gemología se refiere y las incluyo en gran parte de mis diseños.
    —¿Cómo sabríamos diferenciar la platería legítima de la falsificada?
    —Desde hace siglos, la platería era una sola, artesanal, hecha a mano, pieza por pieza. Hoy en día, encontramos piezas en materiales sin valor como la alpaca, antimonio y hasta hierro. Para diferenciarla hacemos uso de nuestros sentidos, tacto, vista y oído, que son los medios más inmediatos que tenemos. El color de una pieza de plata de 925 milésimas es claro, blanco, mientras que la alpaca es más acerado. La sonoridad de una pieza de plata es cristalina y la de otros materiales que no lo son es más apagada; como el cristal con el plástico. Para el que no tiene el ojo aún entrenado para detectar estas diferencias, es aconsejable tener una pieza de 925 milésimas y compararla.
    —¿Tiene predilección por algún diseño?
    —Sí, los Sellos de Plata de la Ciudad de Jaén que entrega el Ayuntamiento. Para mí es el trabajo del que me siento más orgullosa.