Las risas peligrosas

La risa es peligrosa, se trata de un problema muy serio. Determinadas organizaciones, especialmente fundamentalistas, temen que bandadas organizadas de burlas y mofas puedan llegar a resquebrajar los cimientos de sus verdades absolutas e incontrovertibles, religiosas, políticas o éticas.

    05 feb 2015 / 16:59 H.

    Posibilidad que no les hace la menor gracia. Hace más de dos milenios, el griego Aristóteles, creó una obra que constituía una especie de manual para la escritura de tragedias y comedias, los dos grandes géneros teatrales. La parte dedicada a la tragedia, ha llegado intacta a nuestros días, sin embargo la otra mitad, la referente a la comedia, se perdió, y de ella nunca más se supo. Tal vez sea casualidad, o puede tratarse de un viejo éxito de los enemigos del humor. La risa es un territorio de libertad, pero a veces las indómitas carcajadas se escabullen por entre las barreras y las fronteras de lo correcto y arman un pitoste imprevisible, ensañándose con los tabúes y las sacrosantas correcciones políticas. Y es que las sátiras son escurridizas, y es complicado inmovilizarlas, someterlas a juicio sumarísimo y ajusticiarlas a modo de pública advertencia. Aunque es posible asesinar a sus portadores, el humor se contagia por vía mental, y por ahora las vacunas con forma de bala, o los tratamientos de choque explosivo, apenas han logrado frenar su anárquica expansión. Es complicado domesticar una carcajada. Los chistes, a menudo son armas de destrucción masiva de estupidez, y en ocasiones se cuelan en los santuarios de la moral, y actúan como fogonazos en tales territorios vetados, que iluminan con su sarcasmo, mostrando lo ridículo de numerosos tabúes. Y en ocasiones, algunas risas estallan, destruyendo las rejas que encarcelaban la inteligencia. Por eso son tan peligrosas, y poseen tal capacidad de agitación. Porque la comedia es capaz de poner el mundo al revés, para que de este modo, le encontremos un poco más de sentido a la vida. Y es que tanto Aristóteles como los que colaboraron para que la mitad de su obra desapareciera, sabían que no hay nada más subversivo y más serio que una comedia.