Las reglas de Argimiro
Durante muchos años, Argimiro Rodríguez Álvarez fue alcalde de Andújar y titular de Arasa, epónimo formado por las siglas de su nombre y apellidos y las de sociedad anónima. En la empresa dedicada a la construcción y albañilería en general, trabajaba un buen tipo y mejor persona, Paco Cayuela, dedicado a resolver los problemas laborales en tiempos tan difíciles, igual que Antonio José Linde Calle en Koipe, que también merece tales calificaciones.
Estas empresas eran populares en Andújar, más que Becosa, que superaba el medio centenar de trabajadores, y que la Junta de Energía Nuclear y la CECA, tan pródigas en legar enfermedades profesionales. De la influencia de aquel edil dan cuenta las fotografías de la boda de la nietísima de Franco y las de los encuentros con el general cuando practicaba Sierra Morena su afición a los tiros; pero después de tantos años la memoria trae un recuerdo de perfil literario. Entonces, el dinero para la gente común era un bien tan escaso como ahora, y en Andújar, para fijar la situación de quienes apenas disponían de calderilla había una metáfora graciosa, si es que sobre estos asuntos puede aplicarse alguna simpatía: “Esta más tieso que las reglas de Argimiro”. Tieso, pero no como sinónimo de canijo o enderezado, sino la octava acepción del diccionario: “que no tiene dinero”. Puede valer de eslogan para un país tan necesitado en ganar la confianza y la credibilidad que el Gobierno no consigue con sus artimañas propagandísticas, pero sería de regular gusto promocionarlo con una frase tan sujeta a la realidad y tan certera como la andujareña: “España está más tiesa que las reglas de Argimiro”. No obstante, tiene otros inconvenientes. La regla es el instrumento para trazar líneas rectas y en el Gobierno todo son curvas y rodeos para disimular las circunstancias que nos acosan, tal vez con buena intención: que compartamos la carajera que nos crea con el barullo mental que según cierta unanimidad padece Rajoy con Bankia, el rescate, el préstamo, la intervención o el salga el sol por Antequera, que es una apuesta de mucha ciudadanía. La única receta es la de culpar al anterior Gobierno, pero se torcerá este fin de semana según la regla de Kissinger. El secretario de Estado de Nixón y Ford estableció que en los seis primeros meses de Gobierno, todos los problemas son del anterior, pero a partir de los seis meses, los que persistan, son del nuevo. En España, con la agravante añadida de los calificativos que Rajoy aplicaba a Zapatero, porque los está multiplicando consigo mismo hasta el punto de que tertulianos de su cuerda, como José Antonio Zarzalejo, dicen que no miente, que solo dice la verdad a medias, algo que la norma popular determina doble mentira y, por ese camino, las reglas de Argimiro ni siquiera servirán como metáfora.
J. J. Fernández Trevijano es periodista